Me levanté temprano,
muy de mañana.
Sin comer apenas nada
Y de camisón fui
al antiguo abrevadero.
De camisón y descalza
A través de nuestro campo.
Cogí una toalla de hilo
De esas que bordaba mi abuela
Y fui empapándome el camisón
Con el agua del reguero.
Metí la cabeza en el agua
Y me inundé de cabellos negros.
Me daba un baño de pie,
Mientras mis pezones
se ponían enhiestos.
Y corría por mi piel
La dulce luz sol en gotas de espejo.
El camisón pegado,
Mi sexo fresco.
Decidí quitarme la ropa de sueño.
Viniste en silencio detrás de mí
Y antes de darme tiempo
Ya estaban tus manos
traidoras
En mis pechos.
Cayó la toalla de hilo
Al suelo, en la hierba,
Y tú te disculpaste
Con un beso.
Qué buena serie de poemas eróticos, sencillos, tiernos, suaves... de una sensualidad fresca y directa.
ResponderEliminarUna delicia.
Que no acaben.