jueves, 17 de junio de 2010

CUANDO ME ACARICIAS

Cuando me acaricias,
Desnuda,
Tendida en la cama
Como marioneta desmadejada,
Siento miedo de perderte.

De perder esa mano
Que hace latir mi pecho.
De perder ese cuerpo
Que duerme pegado al mío.

Y, que tal vez, desee otras camas.
Pero cuando me amas,
Te siento tan mío,
Que aún tengo más miedo de perderte,
Entre otras labios, entre otras manos.

Y me muestro en plenitud
Para llenar tus ojos de amaneceres rosados
Al igual que las flores que cubren mis pezones.
Y mi pecho sea tu pecho y nuestras bocas,
Unos labios emborrachados.

Tengo miedo de perderte,
Cuando me acaricias como a tu gata.
Yo ronroneo y me dejo hacer.
Pero en el fondo sé
Que llevas mi nombre grabado en la piel.

EL BAÑO

Me levanté temprano,
muy de mañana.
Sin comer apenas nada
Y de camisón fui

al antiguo abrevadero.
De camisón y descalza
A través de nuestro campo.
Cogí una toalla de hilo

De esas que bordaba mi abuela
Y fui empapándome el camisón
Con el agua del reguero.
Metí la cabeza en el agua

Y me inundé de cabellos negros.
Me daba un baño de pie,
Mientras mis pezones
se ponían enhiestos.

Y corría por mi piel
La dulce luz sol en gotas de espejo.
El camisón pegado,
Mi sexo fresco.

Decidí quitarme la ropa de sueño.
Viniste en silencio detrás de mí
Y antes de darme tiempo
Ya estaban tus manos
traidoras

En mis pechos.
Cayó la toalla de hilo
Al suelo, en la hierba,
Y tú te disculpaste

Con un beso.

miércoles, 16 de junio de 2010

ALCOHOL Y BABAS (a todos los que tenéis una persona enferma a vuestro cargo)

Tengo que decirte,
Aunque sé que ya nunca me escuchas,
Que, a veces, mezclo pastillas con alcohol.

Es la única manera de sobreponerme
A verte calcetar con los dedos
Y llamarme “mamá”, cuando te doy de comer.

Cuando bebo, te recuerdo, madre,
Cómo me reñías por desaliñada
Y ahora eres tú, la que casi anda desnuda.

Voy detrás de ti, con la ropa, tu bata.
Y me preguntas: “Mamá, ¿cuándo llegamos a casa?”.
Me desmorono y me meto un viaje de Rexer Flash con ginebra.

“Ya hemos llegado, mi vida”.
Lástima que no te ponga de mala hostia
Mi olor a lágrimas y alcohol.

Ahora tengo una hija mayor que yo.
Y eso que pedía a Dios
Ser madre para que tú lo vieras.

Pero tú ya sólo ves
Imágenes de plata oxidada y algodón.
Mis niños serían destrozos de tu cerebro malherido
Con quien seguir calcetando chaquetitas
Con los dedos.

lunes, 14 de junio de 2010

TU ALIMENTO

Bebes de mi pecho, haciendo piruetas en espiral.
Mi seno es un pan tierno, de miga sin corteza,
Con un leve grumo de harina que se expande en mi piel
Cuando tu boca lo empieza a ensalivar.

Aletea tu lengua, sobre mi pezón, corrosco de pan
Y comen tus ganas de piel,
Mi piel blanca, mortal y rosa, antes de desfallecer.
Bebes de mi pecho el licor infame de la más efímera
Pura Belleza.

Te alimento al compás de mis caderas,
Mientras, tímidamente, buscas la deliciosa uva
Que se esconde entre mis piernas, diminuta y húmeda,
Que espera que tu lengua sepa descifrar sus signos extraños.

Nos devoramos.
Nos devoramos sin darnos tregua.
Y yo soy pubis, labios, pezón, espalda, lengua...
Y tú.
¿Qué eres tú?
El hambre a manos llenas.

sábado, 12 de junio de 2010

LA CASACA DEL PERDEDOR

Busco la ternura de tus manos
En medio de cien mil manos cortadas.
Cortadas en la batalla que barrió
Besos y cosió bocas con hilo de bramante.

Mi cuerpo se desnuda para ti
En un baile macabro
Cubierto el campo de cadáveres y sangre,
Mientras me embarro las piernas hasta la cintura.

Busco la ternura de tus manos
Seguidora de relieves familiares y
Visto la casaca del perdedor que
Cubre la mitad de mis senos ansiosos.

¿Dónde están tus manos cálidas,
suaves y cercanas que se hacían
cuencos de leche para contenerme?

Visto la casaca del perdedor
Y cegada en la noche que aún aulla
Las estrellas me enseñan el camino a casa
Donde quizá encuentre el calor de tus manos.

He visto tus manos.
He visto tu cuerpo.
Hasta seccionada la cabeza,
Tirada en una orilla.

He besado tus manos arrancadas
Y las he paseado por mi cuerpo.
Como antaño,
Como cuando estaban llenas de vida.

Pero ahora aúllo y lloro
Cercenándome los pechos
Que ya sin ti
No son más que unos gramos de carne inane.

Los perros lamerán mis heridas.
Las ratas se comerán tus miembros asesinados.
Pero ya nunca habrá dos manos
que se hagan cuencos
para contener mi alma.

jueves, 10 de junio de 2010

ME QUEDÉ DORMIDA

Me quedé dormida entre la hojarasca.
Tú viniste a acunar tu cabeza en mi corazón escondido
Y, poco a poco, colocaste tu mano traidora en mi seno virginal.
Lentamente, sentí pajarillos deslizarse bajo la pechera de mi vestido.

Me quedé dormida entre la hojarasca.
No viniste a despertarme, porque te daba frío.
Querías verme dormir, con mi pecho en tu mano.
Desabrochaste sin permiso la blusa de luz cegadora.

Y te emborrachó mi rosa de mañana
entre tanta piel blanca.
Acercaste tu boca para besar mi pezón rosado,
Creada de un material robado a los mismísimos dioses.

Me quedé dormida entre la hojarasca
Y te encontré como un niño llorando sobre mi vestido.
Un pecho al descubierto, en el otro, tu cabeza.
Llorabas al ver la hermosura de tu niña medio desnuda
Y el pecado de hacerme, sin querer, despertar a la Vida.

miércoles, 9 de junio de 2010

ME HACES ESTREMECER

Cuando las olas de mi espalda sueñan con mares furtivos
Y tú recorres con tu lengua mi columna hecha de carne, hueso y sal,
Un palpitar en mi vientre me invita a olvidarme de mí
Para sentirme enteramente tuya envuelta en un viento brutal que arrastra mi pelo.

Entonces, me haces estremecer.

Con una caricia que es aleteo de tu alma voladora
Rompes mis presillas mentales hechas de cristal de moralina.
Y me tocas, con mano diestra y sabia, el hueco más profundo de mi yo más desnudo,
Que atraviesa mi falda, dulces besos de enaguas, encima de la máquina de coser.

Entonces, me haces temblar.

Cuando acaricias mi pecho, amante amantísimo, por encima de mi ropa
Y, poco a poco, vas despertando mis pezones ansiosos de su sueño.
Me besas en los labios salados de mar, mientras vas descubriendo mis senos florecientes
Y siento la saliva de manantial de tu boca que no los deja de saborear.

Entonces, me haces estremecer.

Cuando mi cabello se vuelve salvaje entre tus dedos;
Cuando mis uñas arañan con placer sostenido tu espalda;
Cuando mis manos buscan tus formas familiares;
Cuando tu lengua se postra en espiral en lo bajo de mi pubis,

Entonces, me haces estremecer.