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jueves, 20 de septiembre de 2012

YO, LA MALA DE LA PELÍCULA

Me gané a pulso el falso título de "Mujer Fatal"
-casi sin querer-
y todos me creyeron.
Esquiva, inaccesible, eróticamente desafiante
para todos los hombres pagados de sí mismos.

Ésos: mendigos patéticos que se achicaban
con mi última palabra, la máxima distancia de seguridad
y mis negros ojos clavados en el punto fijo
de aquella arrogancia que se disolvía
ante la presencia de la mujer con alas de cuervo.

Sí, "Mujer Fatal" y de insultante juventud.
Una juventud que no debía ser descubierta
en su desamparo y en su fragilidad.
Antes abrigo feroz y forro de espinas
que aullante doncella de heridas abiertas.

Ni el tacón alto de charol, ni el cruce de piernas,
ni tan siquiera la ceja erguida y el cuello enhiesto
podían acallar el dolor que destilaba lágrimas
negras y borrosas al final de una función sin público.
Ésa que acaba en cualquier retrete sucio y, tú, sin pañuelo.

Tiempo al tiempo, amiga mía.
Cualquier día puede desintegrarse esa dura corteza
en la que te envuelves con medias negras
y ese estudiado maquillaje de luz y sombra.
Que sea lo que tenga que ser.

Sí, hasta las "Mujeres Fatales" crecen
y, curiosamente, al renacer tan sólo son
la sombra de una niña asustada.

Lucía de Fraga.





miércoles, 5 de septiembre de 2012

PESCADO MUERTO

Parece mentira, pero todo, todo
es absolutamente cíclico...
No estoy para que me preguntes
sobre el sexo de los ángeles
o el misterio de la Santísima Trinidad.

Hace apenas unos minutos
estaba agarrada a un timón.
Creo que vomitaba sobre la cubierta.
¿Lo comprendes?
Todo vuelve a empezar.

Ya ha oscurecido: ¿vendrá la calma?
Insoportables gritos de niños en el parque,
sucios y perversos en horario no permitido.
Papel amarillo, náuseas, capilares reventados
y un árbol mutilado que grita.

Me he deshecho de todo;
me he vaciado por dentro,
me he descamado por fuera.
Todo vuelve, pero con cambios.
Soy un pez destripado en una mesa cualquiera.

Lucía de Fraga.

sábado, 4 de junio de 2011

PUTA INOCENCIA



No sé cómo contártelo, madre.
Aquella noche había bebido un par de copas.
No pasó nada de importancia
O que merezca la pena ser contado.

A la mañana siguiente,
Tenía el finiquito encima de mi mesa.
Así que salí a celebrarlo entre lágrimas al mismo bar.
Tenía tres mil dólares y una carrera en la media.
Necesitaba que papá me abrazara.

Pasé la tarde-noche bebiendo ginebra y escuchando discos.
Una moneda, un disco.
A las once de la noche apareció aquel hombre de zapatos brillantes.
Yo ya estaba borracha y como en una feria,
Vendía besos a dos dólares.

No me dijo su nombre, a mí tampoco me importaba.
Éramos dos extraños jugando a ser niños.
Le dije que le vendería un beso por dos dólares
Y me contestó que qué estaba dispuesta a dar por cien.
No sé cómo contártelo, madre.

El mármol está frío y las flores marchitas.
Padre se marchó a un pueblo de Kansas y desapareció.
Yo quise mantener limpio nuestro nombre
Y me rompí el lomo trabajando como secretaria
Y llevando una casa bonita con olor a narcisos.

No sé qué fue de los tres mil dólares.
Sólo sé que me desperté con sangre entre las piernas.
Me arranqué de un tirón tus perlas y me eché a llorar.
El tipo se había ido.
Y yo estaba desnuda.

Lucía de Fraga.

lunes, 30 de mayo de 2011

LAS PERLAS


Las perlas son para las buenas chicas.
Mi madre las llevaba el día de su boda.
Yo me deshice de ellas en una casa de empeño.
Necesitaba un puñado de dólares para hacerme pasar por una señora.
Ahora, pronto vendrán a por mí.

Nunca he sido la hija soñada ni la señorita perfecta.
Nadie me ha sujetado la frente mientras vomitaba en mis noches de alcohol.
Perdí la inocencia como quien pierde un guante;
Él era un magnate y yo una niña de trece años con hambre.
Ahora, sólo me quedan cuatro putos cigarrillos.

Mi padre tuvo la suerte de morir.
Yo la de escaparme de un colegio de monjas
Y buscarme la vida entre cama y cama.
Mamá, no lo hubiera soportado.
Ahora, sus perlas cuelgan del cuello de cualquier virgen afortunada.

No tuve elección.
El hambre es una mala compañera
Y el dinero fácil, cómodo y confortable,
Aunque no puedas soportar las náuseas de las manos que te tocan.
Ahora, tengo las mías ensangrentadas.

Pronto vendrán a por mí.
Las perlas son para las buenas chicas.

Lucía de Fraga.

domingo, 6 de febrero de 2011

EL VIEJO TOCADISCOS


Una mujer duerme.
En un viejo pick-up suena la voz desgarradora de la Piaf.
Copas por el suelo y restos de whisky delatan al sueño que la cubre.
En ropa interior y las medias caídas entre los muslos
Ella sueña con volver a la tierra y al hogar.

La envuelve el calor de una antigua estufa de la pensión
Que hace flotar como pompas de jabón sus sueños de muñeca rota.
El “rouge” de sus labios se ha movido de su boca;
Beso borroso contra la ventilla acosada por las despedidas y la lluvia.
Tan sólo duerme. Sus labios están cerrados para otras bocas.

Suena el disco de la Piaf rayado, repitiendo la palabra “Amour”,
Picoteo de un pájaro con el corazón a punto de ser atravesado.
Lejos queda el humo del cabaret y los brindis con borrachos lascivos con dinero.
Su voz se alza por encima del vocería con una triste canción alemana.
Sólo el diablo abriría la boca, entonces.
Volverá a la tierra y al hogar, descalza y con los pies ensangrentados.

L. Fraga

martes, 1 de febrero de 2011

NO ME PREGUNTES


No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Cómo dejamos de ser dos niños desnudos a la orilla del mar
Y cómo las piedras blancas en los bolsillos eran nuestra moneda.
Soñábamos con despertar abrazados en un mundo sólo para nosotros,
Donde el agua era más clara y bebíamos con las manos llenas de inocencia.

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Nunca descubrimos el tesoro escondido en la arena
Ni fuimos más que grumetes a las órdenes del sol.
Recuerdo cómo nuestros cuerpos iban cambiando
Sin que nada oscureciera nuestros ingenuos desnudos...

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Quién robó la esencia de nuestra infancia indiferente al mundo.
Noto el roce de tu barba incipiente y el camino que llevaba a mis pechos de niña.
Nos traicionaron por un universo corrupto que intoxicó las flores y el mar.
Nos quedaron tantas preguntas por hacer...

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Ahora que duermes serenamente
Sé que las preguntas las creamos nosotros
En una mezcla de hombre y mujer diminutos
Que ahora buscan sus cuerpos desnudos en la cama
En una vuelta a ser niños.
L. Fraga.

jueves, 27 de enero de 2011

EL TÚNEL


Adormecida por el humo de los coches
Y deslumbrada por sus faros,
Me he quedado aquí aferrada a una pared de sudor.
Mis ojos viajan por las esferas celestes
Y me dejo acariciar con su música divina como un perro dormido.
Atrás he dejado mi rostro de mujer,
Porque soy la tenebrosa sombra que proyectan las luces amarillas del túnel.
Amarillo celofán, amarillo de luz pintada.
Envuelta estoy en amarillo como una flor a punto de marchitarse.
Me ahogo en este submundo de cloacas, ratas y aceite de coche.
El largo silencio que conduce al amanecer de los motores.
Soy una indigente que pide con un vaso de plástico en la mano
Entre coches que me serpentean y me evitan como a una leprosa.
Soy la mujer de la luz amarilla, vestida de agua y celofán
Entre las galerías de humo y los espejos retrovisores.
Soy la mujer que acecha en el túnel.

L. Fraga.

miércoles, 19 de enero de 2011

AMANECE


Amanecer sepia, de fotografía antigua.
Entre el frío y un rincón, doy las últimas caladas a un cigarrillo.
La mañana parece hastiada, herida por una garra nocturna
Que aún palpita en sangre.
Los niños han perdido sus voces en una mañana de mudez y soledad.

El viejo daguerrotipo que alcanza mi ventana
Me habla de gente desaparecida con un grito que se incomoda.
Aún no han apagado las luces y ya desayuno los primeros rayos de sol.
Sol de antaño, de muchas bocas que esperan que crepite la mañana.
Los niños juegan con la angosta línea del horizonte de un cuchillo.

Ya se va despertando esta cara de la tierra que se acuna como un niño dormido.
Mientras tanto, desnuda sobre los azulejos de la cocina, entre tabaco y perfume,
Lamo las heridas que me ha causada una noche violenta y ebria.
Atrás quedaron las noches cuando la luna saboreaba mi cuerpo
Y el nácar de mi piel brillaba aún más con su saliva.
Ya ha amanecido.

L. Fraga.

sábado, 15 de enero de 2011

CRECER


No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Cómo dejamos de ser dos niños desnudos a la orilla del mar
Y cómo las piedras blancas en los bolsillos eran nuestra moneda.
Soñábamos con despertar abrazados en un mundo sólo para nosotros,
Donde el agua era más clara y bebíamos con las manos llenas de inocencia.

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Nunca descubrimos el tesoro escondido en la arena
Ni fuimos más que grumetes a las órdenes del sol.
Recuerdo cómo nuestros cuerpos iban cambiando
Sin que nada oscureciera nuestros ingenuos desnudos..

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Quién robó la esencia de nuestra infancia indiferente al mundo.
Noto el roce de tu barba incipiente y el camino que llevaba a mis pechos de niña.
Nos traicionaron por un universo corrupto que intoxicó las flores y el mar.
Nos quedaron tantas preguntas por hacer...

No me preguntes cómo nos hicimos mayores.
Ahora que duermes serenamente
Sé que las preguntas las creamos nosotros
En una mezcla de hombre y mujer diminutos
Que ahora buscan sus cuerpos desnudos en la cama
En una vuelta a ser niños.
L. Fraga.

domingo, 31 de octubre de 2010

AUTODEFINIDO


He sucumbido a las fragancias del fracaso,
Pero estoy aquí.
Puede que haya perdido algo más que talento,
Pero yo hago sombreros de tristeza y paraguas de sombras.
Soy el artesano de la ruina, de la demencia, del vacío
Que con sus manos heridas por el tiempo en que antaño florecieron
Versos y besos, amasa ahora la amarga levadura de su pan.
He sucumbido a las fragancias del fracaso,
Como el borracho ante el cartón de vino.
Pero yo hago azulejos de sangre y lirios de lata.
Soy el morador de lo oscuro, de la sima, del abismo
Con pie siempre presto al tropiezo mortal,
Pero estoy aquí.
Yo, que me he dejado engañar por las falacias del destino,
Me mantengo en pie a base de arañar paredes y saltar ventanas.
Yo, que he caído de la derecha de Dios Padre,
Hago rosarios de lágrimas e imágenes de llanto.
Yo, que he perdido en la vida como en la muerte,
Que he besado los pies del desatino
Y me he bañado en mares oscuros de mentiras,
Fracasado y solo,
Aún estoy aquí.