Me despierto entre lágrimas
sin saber muy bien en qué cama estoy.
No sé si soy una fulana
o una monja recluída en su celda.
Sólo siento que día a día muero un poco más.
De ser una zorra de alto-standing,
me pasearía en coche oscuro hacia el Holiday Inn.
Me forraría de lencería de gata nocturna,
reiría con los labios de rouge rodeada de "caballeros"
e impresa, en mi copa de Moët & Chandon, certificaría mi boca.
Si acaso, fuere Dios quien me llamare,
mutilaría mi cuerpo por no alimentar el pecado.
Cambiaría mi anatomía nocturna,
por carne de Santa e Inmaculada Perfección.
Libre, al fin, de los terrores humanos.
Pero ni soy una puta ni una monja.
Sólo soy esa maqueta inacabada de Dios;
esa mujer encerrada entre cuatro paredes;
esa belleza que se agota en sí misma cada día
y, nostálgicamente, se hunde en la tierra del olvido.
Lucía de Fraga.
Este poema te lo había leido creo que en face o en otro lado y me quedé prendada de él ,pues me parece una maravilla.En algún momento de la vida ,todos queremos ser otr@ verdad? magnifico.Besos de todo corazón Lucia.
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