sábado, 2 de octubre de 2010

LA MUERTE DEL PADRE


Hoy me he sentado a la derecha del Padre
Y he cogido su mano inerte.
Mi corazón latía al paso de los soldados
Que quemaban la hierba y los pastos.
El mundo es pequeñito y cruel, sangriento y familiar
Visto desde el cielo de la mano de Dios.
No hay nada más triste que un niño que muere.

Hoy me he sentado a la derecha del Padre
Y he cogido su mano exangüe.
Los niños ya tienen pelota con la que jugar,
Porque los han ahorcado con las cuerdas de la comba.
Mi corazón late deprisa y llora sangre,
Porque los soldados han matado a sus madres.
No hay nada más triste que un Dios que llora.

Hoy me he sentado a la derecha del Padre
Y he cogido su mano desprovista.
El cielo está vacío y el infierno está donde vivimos.
¿Adónde se han ido todas las almas?
A buscar cobijo en el vientre de la Virgen,
Mater amantísima que en tus entrañas surge la Vida.
No hay nada más triste que un cielo en ruinas.

Hoy me he sentado a la derecha del Padre
Y he cogido su mano fría.
Su triste mirada fija en el submundo.
Su boca cerrada en una mueca mal amortajada.
Su corazón parado por una bala de ausencia.
Saliva cayendo como manantial imantado.
No hay nada más triste que la muerte del Padre.

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