jueves, 25 de febrero de 2010

NOSOTROS

"... que nos queremos tanto, debemos olvidarlo, no me preguntes más...".
Repito tu nombre en silencio, una y otra vez, para conjurarte y que estés aquí, a mi lado. Echo de menos tu paso largo y sereno, tu capacidad para amar y esa manía tuya de agarrarme el moflete. Me encanta que juegues con mi pelo cuando estoy tendida, prácticamente semidesnuda, sobre el sofá viejo y pones a Miles Davis en el equipo, mientras tomamos un par de copas. Entonces, callamos. Yo miro los cuadros de esa galería de tu amiga y tú acaricias mis manos desde el borde de mi bata beige; ésa de seda que es tan bonita y que me compraste, porque delante del escaparate, te dije que me gustaba.
Esta noche, estoy cansada y con la cabeza embotada, déjame que abra el balcón. El ambiente del estudio está demasiado cargado y pronto se nos llenarán los ojos de lágrimas. Fumo uno de tus cigarrillos Davidoff fuera, desafiando al tiempo y tu paciencia, porque ya lo has/habías dejado. Tú me miras con cara de botarate, como si mis piernas fueran las de Cid Cahrisse y tan sólo soy un grano de arena perdido en tu playa.¡Dios mío! ¿Cómo es posible que haya dicho una frase tan manida?
Me faltan tus clases magistrales sobre cualquier tema. Casi siempre acabamos enfadados, pero ésa es también una parte del juego. Sé que te molesta que fume, pero es que la nicotina activa mi cerebro y, lo siento chico, todo viene en el mismo pack.
Eres siempre tan correcto. Nunca pierdes la compostura, mientras yo voy una copa detrás de otra por bulerías. Seguro que a tu madre no le gusto. ¿Por qué mi hijo se ha ido a fijar en una mujer con el pelo teñido de rojo? No, no conseguirá que me cambie el pelo. Tal vez diga que unas manos tan bonitas, seguro que no han cogido un freganzo en la vida...Y qué equivocada está. A veces, me pregunto si eres de acero inoxidable, cuando me quedo dormida y me tapas con una manta.En ocasiones, me hago la dormida y me sorprendes besándome la frente antes de irte. Vas apagando las luces y dejas tan sólo una lámpara a media luz, por si despierto para no ir dando tumbos. Yo voy vagabundeando por el mundo de las letras y tú eres un profesional estricto. No sabes qué daría, esta noche, por ver una película de cine clásico contigo y quedarme dormida en el sofá, para que me tapases con la manta y me besases la frente. Pero te aseguro, que esta vez, te respondería con uno en los labios.

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