jueves, 3 de enero de 2008
ABÚLICA
Cómo no sentir nada. Cómo no sentir. Soy un caracol pegado a su eterna hoja. Me mata la tesina. Y cada día voy mendigando un poco de muerte. Yo ya no soy yo, ni la que fui. Me detesto en mi inactividad y me desprecio en mi soledad. Qué más puedo pedir a la vida para que me sea negado. Yo soy un ser triste, melancólico y sin gracia. Huid de mi paso lento por las verdes veredas que a mi caminar amarillean. Yo soy un ser triste. Nací debajo de una acacia muerta. Y mis ojos se condenaron al frío abismal. En el abismo habito, pequeña y litúrgica, como un cirio que se apaga lentamente. Mis oraciones piden un poco de descanso para este cuerpo devorado por el hueco de las nostalgias mal lavadas. Dadme un poco de paz. Que no soy ya ni lo que fui. Que el tiempo se va agotando en la antesala de las treinta campanadas. Que el cuerpo que no respira es pasto de polillas y gusanos. Que la sed que tengo no se cura, sino con el vino viejo de las noches largas. Que mi alma está muerta de tanto caminar descalza sobre bombillas rotas. Yo querría asesinarme, pero me faltó el cuchillo de las despedidas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Poema escogido al azar (In memoriam)
ResponderEliminarLA TROMPETA
(Louis Armstrong)
- ¡Qué hermoso era el sonido de la trompeta
cuando el músico contuvo el aliento
y el aire de todo el universo
entró por aquel tubo ya libre
de obstáculos!
Qué bello resultaba el estremecimiento
producido por el roce
de los huracanes contra el metal,
de los cálidos
vientos del Sur, y luego del helado
austral, que dio la vuelta al mundo.
El viento solano llegó lleno de luz
salpicando de sol y de verano.
El siroco dejó un poco de arena,
y el mistral
era casi silencio,
igual que los alisios.
Pero escuchad,
escuchad todavía
el ramalazo,
la poderosa ráfaga
que trae gotas de azul
y deja
sobre la piel
la húmeda caricia del salitre.
Un grito agudo interrumpió la melodía.
El artista, extrañado,
agitó su instrumento,
y cayó al suelo, yerta, rota,
una brillante y negra golondrina.
Ángel González (De La música y yo)
Curiosamente, ayer la Sinfónica de Galicia le dedicó el concierto a los planetas, a los astros. Hoy/ayer cayó uno.
Yerto quedó el mirlo blanco, quebrada su voz física. Pero la voz de un poeta estará ahí mientras perduren sus libros en las bibliotecas, en los diarios, en los espíritus de los que nos retroalimentamos de lecturas.
Descanse en paz Ángel González
Hola, querida amiga. Paso sólo un momento a decirte que estoy celebrando la entrada número 100 de mi blog con unos versos dedicados a todos mis lectores. Un beso y mi cariño,
ResponderEliminarV.
La antesala de los treinta...Que suerte poder renacer. No escatimes en el frio, devora tu también, no escatimes en el dolor y mira de frente tus dìas. Te leo y, a veces, me identifico a tus edades.
ResponderEliminarUn abrazo nada lejano.
no se si sentis o no, si lograste el poema genial o no...
ResponderEliminarsólo te digo, que tus palabras, son de esas que cuando se leen, uno siente que se va quedando sin aliento, que nace una sonrisa, aún en la tristeza, aún en el dolor...porque hay belleza en un poema de soledad, de abismo, de incertidumbre
leer tus formas, tus construcciones literarias, tus metáforas, y tus "no se como se llaman", es caer en ensoñación, a pesar de la tristeza
el cuchillo de las despedidas??...sos genial
un abrazo enorme
claudia