martes, 5 de abril de 2011

ALAS ROTAS


La luz trémula de la cocina parpadea bajo mi cabeza.
Lío en silencio pitillos y echo un trago de Oporto,
Mientras recuerdo los días en los que fui mujer.
Fumar me evade del silencio angustioso de esta madrugada insomne.

El arte de amar no es más que un título vacío.

Me perderé para siempre dentro de mis copas invisibles
Y mi carne se tornará de color púrpura en este desierto de hormigón.
Me desvisto con la parsimonia de una actriz consagrada
En un dormitorio vacío que huele a sábanas frías.

El arte de morir es un noble pasatiempo.

Duermo entre alcohol y tabaco negro cerca de tu orilla.
Allí donde mis piernas se han vestido de otoño,
Porque nunca he sentido en mi piel el calor añejo
De las noches de amor en vela.

El arte de matar es el secreto de las flores más bellas.

Me desperezo entre un mundo de hojalata y minuteros acelerados.
Sólo me mantienen derecha mis dos piernas embarradas
Por la lujuria del tiempo que pasa a nuestro lado
Como un borracho en una tasca de vecinos malintencionados.

El arte de vivir me es ajeno como el vuelo de la cucaracha.

Me quedaré aquí. Mirándote de frente.
Mis ojos serán tus ojos y mi corazón, un juguete de plástico.
Serás el niño que conduce el coche al garaje de Playmobil
Hasta encerrar mis entrañas en el más profundo agujero.
El arte de volar es designio de dioses y héroes
Y a mí, hace tiempo, me han roto las alas.

lunes, 4 de abril de 2011

REPOSA, POETA.


(Humilde homenaje a José Luis Zúñiga que nos ha dejado).

No recuerdo quién dijo que
“hay un lugar que da al corazón reposo”.
Mientras tú te has cerrado como al final de un libro,
Yo sigo buscando el reposo y el lugar
En esta habitación que no conoce el sol.

“Hay un lugar que da al corazón reposo”.
Allí, allí donde tus alas se han posado en silencioso lecho.
Porque hoy gritan por ti los elementos
Y dispersan a los cuatros vientos
Tus palabras de Poeta.

Hay un lugar donde siempre luce el sol
Y tu sueño es el sueño que jamás pudimos imaginar.
Entre frescas hojas verdes y estilizados jazmines,
Dormita tu alma divina,
Mas yo sigo buscando el sosiego.

Desesclavizado del cuerpo y la carcasa humana,
Descansas entre los cantos de aves trovadoras
Y evangelizas la tierra con tu Verbo de Poeta
Que hoy se derrama con el torso abatido.
Pero yo ya sé dónde estás...

En aquel “lugar que da al corazón reposo”.

Lucía Fraga.

sábado, 2 de abril de 2011

EL GRITO DE LOS LIRIOS


He encendido una vela.
Dame, Dios Mío, el descanso eterno.
He visto sangrar un campo de amapolas
Y su espeso fluido rojo me ha manchado el alma
Con un grito de los lirios.

El campo es un vasto cementerio de voces.
Niños, callad, que el Padre ha hablado.
Dios no me dará una litera en el cielo
Ni viajaré en tren-hotel al Paraíso.
Yo he escuchado el grito de los lirios.

Como una mujer que se desnuda ante una ventana,
Mi cuerpo se viste de noche en la arena.
La arena de Pedro.
Las mareas de Simón.
El río del Bautista.

He encendido una vela
Para que la muerte me encuentre,
Vencida y desnuda como la primera vez.
Esta noche los lirios gritan mi nombre
Y no me dejan dormir con sus voces de piel.

Atrás han quedado los muertos.
Sólo vivimos del pan de estar vivos:
Seres humanos, animales y flores.
Aunque se marchite mi voz,
Ten por seguro que gritarán los lirios.

Lucía Fraga.

jueves, 31 de marzo de 2011

NUNCA APRENDERÉ



Tengo las medias rotas y un tacón torcido.
Nunca aprenderé a ser una mujer.
Aunque me maquille con tintes de melancolía
Y vista las ricas sedas de Oriente,
Sigo siendo una niña perdida en la calle.

Puede que nunca sepa descifrar el código de los hombres,
Ni distinguir entre beso y bocado,
Porque nadie me ha enseñado lo que natura otorga.
Mi cuerpo es un desfiladero de soldados muertos
Y un refugio donde el sueño se hace milagro.

Tengo las medias rotas y un tacón torcido.
Sólo me apetece beber la sangre de mi propio Cristo
Y embriagarme de leyes sin venganza, sin peajes a mi cuerpo.
Sucias son las manos que imaginan en mí deseo,
Como sucia es el agua de sus abrevaderos.

Puede que continúe con el juego de mis muñecas trasnochadas
Y las sábanas con que madre me arropaba por las noches,
Porque la furia del amor es mi terror nocturno.
Nunca aprenderé a ser una mujer.
Tal vez sea una niña encarcelada en una anatomía.

Tengo las medias rotas y un tacón torcido,
Pero no quiero ser de piel y alma de plástico.
Me cerraré a las bocas de sedientos borrachos,
Mientras me desnudo en los escaparates de las librerías.
Soy la no-mujer. Soy la niña ETERNA.

Lucía Fraga.

martes, 29 de marzo de 2011

A OSCURAS



Fumo con desgana a oscuras.
Esta noche es una noche más de insomnio
En la que se marchitan las flores de mi vida.
Pétalo tras pétalo, siento un vacío mortal en mí
Que va dejando atrás los ojos que se aplastan en la pared.
La vida por la noche se ahoga en un vaso de ginebra
Y juega a los dados con un Dios borracho que condena el alma.
Esta noche no es una noche más de insomnio.
Es el terrible nocturno que convierte en cristal la sangre de tus venas
Y te invita a girar el tambor del revólver sobre la sien.
Los gatos maúllan en las aceras de cemento pegados a las farolas;
Quizás Dios o yo ya hemos muerto.

Lucía Fraga.

sábado, 26 de marzo de 2011

AL DOBLAR LA ESQUINA



Dicen que la felicidad puede encontrarse
Al doblar la esquina.
Pero yo sólo siento mi dolor de desencuentros y pérdidas,
Porque donde reside mi alegría han huido los niños de mi desvelo
Y no puedo dar con el camino de vuelta a casa.

Aunque yo me ligue a ti como el aire,
Tú peinas mareas y vientos con los dedos.
Eres la flor que se abre en primavera
Para cerrarse a mi paso.
Aunque yo quiera rozarte con la caricia más callada,
Tú te recoges, pétalo tras pétalo, para no mirarme
Con tus ojos de amaneceres florecientes.

Muda. En silencio.
Cegada por la luz que me desviste esta mañana sorda,
Me siento en el suelo de la esquina
A esperar a la felicidad,
Que son tus manos, amor, las que me pueden llevar a ella.

Aunque no me desprenda de ti,
Como la hiedra que devora mis paredes,
Tú eres indolente silencio en boca cerrada.
Dime qué he de hacer para doblar la esquina
Y encontrarte a ti, intensa luz cegadora
Que avergüenzas a las rosas con tu latido.
Dime, amor, si hemos de ser los mismos,
Al doblar la esquina.

Lucía Fraga.

martes, 22 de marzo de 2011

MIRAD MI CUERPO




Mirad mi cuerpo sin lujuria y sin vergüenza.
Liberado, al fin, de mentes lascivas y ojos desdeñosos.
Soy la mujer evaporada de vuestros sueños
Que se ha vestido con el grito del niño,
Con la pared deslumbrada, con la súplica del pájaro.


Mirad mi cuerpo cómo llora.
Las encendidas luces de mi casa,
Miradlas.
Dentro de mi hogar ya no hay fuego que alumbre.
Sólo arde y arde la estopa de los días.

Mirad mi cuerpo cómo grita.
La lenta caricia de la madrugada traidora
Se llevó a mi amante lejos de mi lecho.
Lágrimas tengo en los ojos incendiadas.
Miradlas.

Mirad mi cuerpo cómo suplica.
Mirad mis heridas, todas ellas.
Donde el lamento se torna oración,
Yo pondré un beso en tus manos.
Miradlas.

Mirad, al fin, desnuda y deshecha de mentiras,
La desnudez que se abre paso en la inocencia.
Mi cuerpo, galería del pensamiento,
Se abre para combatir vuestras aberraciones.
Es mi cuerpo. Miradlo.

Lucía Fraga.