lunes, 10 de enero de 2011

LA PARED


Corre la hiedra por los ventanales
Y por las paredes una mujer empapelada se esconde.
No se distingue su nítida desnudez con el papel de colores
En una casa que está a punto de caer, como su pusilánime figura
Contra una pared que no deja de contar los días.

El viejo muro de la casa posee mujeres encantadas
Que hacen dibujos de hierba sobre la superficie de hormigón.
Nunca hubo mujer más hermosa que la que atraviesa la pared
Y no muere víctima de su encierro de papel
Como un pájaro con las alas enlodadas.

Su cuerpo se transmuta en carne de cemento liso y papel ajado
Y deja adivinar a la hembra que se esconde tras las vigas.
El retrato de su cara es una inmensa sábana fría,
Porque ha decidido enclaustrarse en su mundo de caras anónimas.
¡Qué hermosa es la belleza sin nombre!

Belleza que recorres descalza la vieja casa en busca de un zapato.
Ojo clínico que te retrata en un inmensa voluptuosidad de cera y fotografía.
Te han cubierto la cara para que descanses y tu cuerpo se funde con la pared
En una paridad oscura de ceguera y olor a muebles antiguos que cuentan
Historias de mujeres que atravesaron el papel.

L.Fraga.

martes, 4 de enero de 2011

NACIMIENTO




Se puede escuchar el mar dentro de una caracola
Y contemplar el océano dentro de una botella vacía.
Las hojas han ido cayendo sobre mi solitaria tumba
De la que ha nacido una mujer dentro de un huevo roto.
La ignorancia es una buena conductora en el espacio de los sueños.

Sueños con alma de mujer que se repliega dentro de su cascarón
Con el mar en el brazo y la paz oculta en la cabeza.
No distraigáis a la mujer nacida del huevo con vuestras lamentaciones,
Porque para dar camino a su pie, el mundo ha de mirarse como la primera vez.
Ojos de niño que descubren la desnudez como piel primera e inmaculada.

El pecho al descubierto ilumina el camino oscuro de los pies descalzos.
En la noche una húmeda cascada son sus brazos que se mueven en danza.
Pedazos de cáscara de huevo son sus primeros recuerdos trigueños de infancia.
La mujer que se formó en el huevo es una niña escapada de un nido
Donde los pájaros de ojos negros y cabeza de alfiler la picoteaban.

Dame tu segunda piel, oh mujer de la naturaleza,
Para esconderme de la turba que me vapulea bajo la tapa de mi tumba.
Vísteme con el color arena y que mis pechos respiren la luz del día.
Yo pondré una calabaza hueca bajo el brazo.
Una calabaza contra los buscadores de seda
Y déjame desnudarme en el interior de tu caja de pájaro.

L. Fraga.

viernes, 31 de diciembre de 2010

CONTRA EL PAREDÓN

Después de arrancarme la ropa
Me pusieron de cara al paredón.
Yo sentía mi respiración agitada entre el brazo y el cemento,
La encallecida piel de hormigón donde terminarían mis sesos.
Recorrí con la lengua los huecos de metralla,
Ese sabor a labio partido y piedra que se desmorona,
Y con mis dedos busqué huecos donde esconderme.

Al arañazo mutilador que abrió mi vestido,
Contesté dando golpes contra la frente herida.
Siempre en silencio, mientras mi pelo
se deshacía como agua sobre los hombros.
La sangre de mi frente bautizó de nuevo las viejas paredes
Que dejaba un recorrido de rojo ahogado en un grito que no llegué a dar.

Mi piel se iluminaba con el sudor.
Resplandeciente estrella en una madrugada sin luces
Que alcanzaban manos sucias que querían poseerla.
Mi cuerpo desvencijado apenas podía mantenerse en pie
Y sólo en una mano podía sostener mi escudo que por ser
Era una raspa de pescado que hería con su blanco disfraz
Y abanicaba con su aire en surcos los muñones de los soldados
L. Fraga.

jueves, 23 de diciembre de 2010

LA HORA DE DORMIR




Una chica hace rayas contra la pared con una piedra.
Nadie le echaría encima treinta años.
Tiene los bolsillos llenos de piedras y trozos de ladrillo.
Cualquiera diría que es Virginia Wolf en busca de su río.

Los lavabos huelen a lejía y orina.
Las ventanas están fuertemente cerradas.
Los internos dan un paseo por fuera agarrados a una cuerda.

En cualquier esquina alguien llora, porque se ha meado
O porque dice haber forzado a su hermana.
En otro lugar, una interna que diseña trajes de novia
Para parapléjicas, aparece desnuda y sola con un libro rojo
Al que le ha dibujado el tercer ojo.

En la 225 se oyen gritos lastimosos: “¡Mamá, ven!”, “¡Mamá, sácame de aquí!”.
Hay quien lleva su cruz en una tajada en el cuello
Y princesas esquizofrénicas del SERGAS que no usan el pijama reglamentario.
¿Quién te arrincona con las manos sudadas e intenta bajarte las bragas
a través del pijama del Servizo Galego de Saúde y tú gritas y gritas y le rompes la cara?

Una chica juega arrodillada con sus piedras en el suelo.
Un joven extranjero llora porque dice que se ha follado a su madre.
Una anciana atada a una silla me dice al oído que vamos a volar todo en pedazos.
La exhibicionista reza un rosario hecho de plastilina en medio del comedor.
Y yo, yo, simplemente espero que llegue la hora de dormir para despertar.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

FIGURAS DE VAHO


En aquella madrugada de acero y frío apenas nos veíamos las manos.
Nuestras caras eran una ilusión de vaho que desaparecía una y otra vez
Como una vela entre las manos a punto de apagarse.
Éramos siniestros hijos de la niebla sin carné ni destino más que a lo vedado.
Entre uno y otro cristal jugábamos a ser críos que pintan letras de amor con el aliento.
Letras fugaces y calientes que piden algo más que la instantaneidad de un soplo.
Estábamos sitiados por la niebla y la incomprensión sonora de un cristal
Que no sabíamos si nos hacía entender o perdernos entre aspavientos.
El eterno vidrio de las distancias sobre el que dibujar un amanecer o un asesinato.
El cristal de los corredores sin salida que siempre llevan al mismo punto.
Finalmente, los trenes se movieron en sentido contrario.
Mi cara ensangrentada incrustada contra la ventanilla.
Y tú escribiendo palabras ilegibles sobre tu aliento amoroso en un destrozado adiós.

L. Fraga.

sábado, 11 de diciembre de 2010

DESDE ESTE AGUJERO


Las noches se hacen eternas en este agujero
Donde te sirven sed y hambre de recuerdos.
Mis manos se han vuelto tan frágiles
Como violines que la carcoma ha marchitado
Y ya no puedo sostener la memoria
Sin que se me caiga un recorte de mí.

Las noches son frías en este agujero
Donde las mantas son palabras gastadas y húmedas.
Mis ojos se han acostumbrado a la ceguera de la noche
Y ya no necesito luz que alumbre el tiempo perdido.
He envejecido tantos años en este cuchitril
Que ya soy abuela de mis emociones.

El tiempo se escapó por una ventana abierta,
Mientras yo me apretaba al vacío de los instantes mortales
Y descubría la cara de la muerte en cada espejo y
Todo eran pájaros negros a rondar un cuerpo que ya no era.
Me destruí contra los ventanales en un golpe estrepitoso
Y los mansos vinieron a recoger mis despojos.

Las noches huelen a carne humana en este agujero
Donde los atroces afilan sus cuchillos
Y todo tiene un cariz de ritual sangriento
Que me obliga a taparme los ojos y los oídos
Para no escuchar los gritos en medio del vacío.
La luna se tiñe de rojo en ocasiones como ésta.

Liberada del agujero de la noche,
Siento crecer mi cuerpo como un árbol extático
Que asiste al renacer de las manos aladas
Y el corazón palpitante de vida.
Los recuerdos se han ahogado en su propia sangre
Y una nueva vida se renueva en cada poro de mi piel.

L. Fraga.

martes, 7 de diciembre de 2010


Esta noche de alcohol y luces de neón,
El cielo se tiñe de púrpura.
Púrpura de mis labios en un beso infinito
Que acoge tu ser borracho de vida.
Alguien grita por los callejones
Y se oye un ruidos de cristales rotos.
La noche es una navaja afilada
Que se desliza por nuestros cuellos.

Déjame que esta noche sea real y
No una quimera que desaparece con el amanecer.
Dame un trago más, de lo que sea,
Que necesito sentirme etérea y alada.
Pasemos por encima de los borrachos,
Y permanezcamos en silencio en esta esquina
Donde tus ojos son más verdad que nunca.

Luces de coches de policía inundan las calles de espuma y vino,
De delincuentes juveniles que se pinchan heroína en los talones
Y de putas despavoridas sin papeles.
Aún queda mucha noche que quemar,
Aunque no sea entre una fogata de okupas.
La noche es una navaja afilada
Que se desliza por nuestros cuellos.

En medio de una ciudad insomne y sórdida,
Nosotros ya no somos un par de desconocidos
Que comparten una copa y un pasado nauseabundo.
Sólo nos queda este momento
Y cerrar la navaja.

L. Fraga.