martes, 10 de junio de 2014

LEDA ATÓNITA

TENGO las piernas manchadas de sangre
y un estupor de alas dentro de mi vientre.
El lascivo animal me poseyó aquí tirada,
mientras mi sexo ensangrentado y aún doliente
se cubre de plumas y un intenso olor a templo.

El dios del Olimpo ha venido transformado
y hasta el aire se somete y todo lo inunda su divina
presencia.

Un bello cisne se acercó a mis manos puras y entre juegos,
cantos y guirnaldas estiró su sedoso cuello hasta mis
muslos.

Mas sus alas me atraparon en un abrazo infinito del
que presa de picotazos fue mi más íntimo tallo
vencido en su sed.

Sentí un agudo dolor de aguja y caí desmadejada
entre la humillación y cierto deseo extraño que brilló
fugazmente.

Sus alas acariciaron entonces mi cuerpo inerte y
entreabierto.

YO soy Leda, la poseída por Zeus encarnado en Ave,
el que ahora se recuesta en mi pecho y duerme sosegado;
el símbolo desconocedor de Darío al que han de llegar
otros tiempos

en los que se anuncie su caída, no en el Olimpo que
soñamos
eterno e inmutable en las mentes—,
sino en la tierra de los hombres...
que le torcerán el cuello al cisne.

(Lucía de Fraga, Las Esferas Celestes, Polibea, 2014)



1 comentario:

  1. de la intimidad más oscura a una realidad insobornable.
    retuerces conciencias al tiempo que los cuellos de los dioses se desploman porque ya nadie mira arriba.
    pero desnucadas las gallinas todavía corren unos metros.
    este es uno de esos poemas universales.
    gracias.

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