lunes, 10 de diciembre de 2012

AUSENCIA EN EL SALÓN


Un televisor estropeado retransmite su niebla.
No temas...Acércate y mira hacia dentro.
¿Qué te puede pasar?
Ausencia; silencio; La Nada.
Caes lentamente dentro de tu propio abismo corporal.

Vas hacia atrás en una encriptada cinta aeróbica
y continúas la caída dentro de ti.
Estúpida... Has caído en la trampa,
porque no sabes quién eres.
Bienvenida al salón de los ocho espejos.

No hay instrucciones ni prospectos.
Sólo tu instinto de conservación.
Nadie te puede decir ya nada.
Estás en el carrusel de la identidad circular,
así que adivina cuál de ellas eres.

Los espejos no se rompen con tus alaridos,
sino que te devuelven la reverberación de todos tus reflejos.
No grites más que nadie puede oírte.
Te multiplicas por ocho en ocho épocas distintas,
mientras el salón gira a tu alrededor y vas de la Vida a la Muerte.

No te rompas los puños ni manches de sangre el salón.
El espejo octogonal te devuelve cada golpe en el vientre
hasta que se te llene la boca de salvaje saliva roja.
Esas ocho mujeres te esperan para que tú elijas a una.
¿Cuál de ellas eres?

Te mareas frente a las ocho caras sin saber escoger.
Hay dos fulanas, una madre, una joven revieja,
una hembra estéril con el útero vacío, una matricida,
una niña inocente y una desgraciada solitaria.
¿Todo eso eres tú?

Un televisor estropeado retransmite su niebla.
El salón se ha quedado vacío.
Sólo se oye el ruido gris de la niebla televisiva.
Se ha roto el espejo del cuarto de baño
y del techo cuelga sin cara un cuerpo femenino.

Lucía de Fraga

1 comentario:

  1. terrible y fascinante, y me cautiva el poema como niebla de televisión, y los ecos de los alaridos de lobo estepario o alguna imagen surrealista que retuerce la conciencia de lo que queda al otro lado del reflejo. me encanta.
    un saludo.

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