lunes, 7 de junio de 2010

TU FORMA DE MIRARME

Tus ojos, cuando me acuesto a tu lado
Son un dulce cubrirse de las arenas calientes
De ésta, tu playa desnuda, que esconde sus misterios
Para que no me dejes de observar como un cazador a su presa.

Ésa es tu forma de mirarme.

Tus ojos, cuando me desvisto
Llenan de abundancia mis pechos latientes
Que se empeñan en ser acariciados
En una cita a la que los dos siempre llegamos ya tarde.

Ésa es tu forma de mirarme.

Mi espalda en arco; tus piernas, un ancla varada.
Y aún miras más de reojo mi cuerpo en un alambre de niebla.
Mis pechos dormidos, se escabullen entre tus manos
De niño pequeño que no quiere dejar de jugar.

Y todavía me sigues con tus ojos,
y tu forma de mirarme.

Tu lengua se desliza muy suavemente entre mis ingles,
Que sudan jugo de hembra salvaje que desea
Besos húmedos en la boca y caricias prohibitivas,
Para que una lluvia de saliva caiga a raudales
Sobre dos cuerpos que están a las puertas de la muerte.

Y tu mirada sigue aún ahí.

Tu mirada y tus ojos benditos, lascivos, dulces, salvajes, tiernos,
Bárbaros, mágicos, dolientes, excitados, tristes...
Hechos para ver piel,
llenan de una luz menuda y divina los huecos de nuestros pechos,
donde se acurrucan unos templados corazones que tiritan.

Me pones en pie,
Me miras frente a frente, (sé que me examinas).
Me besas los labios con pureza infantil
Y en un jadeo
Se te escapa
un inconsciente “Te quiero”.

sábado, 5 de junio de 2010

QUIERO HACER EL AMOR CONTIGO

Quiero hacer el amor contigo esta noche.
Esta noche que me siento hembra fértil
Y que mis sentidos despiden aromas de un sexo
Perfumado por flores y frutos salvajes.

El deseo destila su licor en mi boca
Y hace que mis senos nazcan como
Se abren las flores en primavera
Con un beso en los labios húmedo y caliente.

Quiero hacer el amor contigo esta noche.
Me siento febril, al temblar de deseo
Y busco tus manos sabias que saben leer
El lenguaje que excita mis pechos.

El deseo destila su licor en mi boca
Y cae a raudales hasta llegar al hueco floreciente
De mi yo más íntimo, donde la humedad
Es el único lenguaje que entienden las lenguas.

Quiero hacer el amor contigo esta noche.
Que mis pezones sean racimos de uvas
Que vas comiendo y lamiendo una a una
Hasta que mis pechos queden como piedras.

El deseo destila su licor en mi boca
Y me impele a ir hacia ti, haciendo añico la ropa
para mostrarte mi desnudez más pura
Y que me tomes entre tus brazos infinitos.

Quiero hacer el amor contigo esta noche.
Que me ensalives mis tiernos pezones sonrosados,
Que acaricies mi sexo fresco y aromático,
Que beses mis axilas suaves de madrugada.

El deseo destila su licor en mi boca.
Necesito sentirte excitado en mi piel,
Notarte contra mi pubis, pradera blanca
Y escucharte al oído tus gemidos, tus jadeos...

Quiero hacer el amor contigo esta noche.
Que no quede ni un poro de mí por explorar.

Te espero acariciándome el nombre del pecado
Y ronroneando con mis pechos desnudos danzando

LA DESILUSIÓN METAFÍSICA (E. DORCESCU)

El tema (más precisamente – el arqui-tema) de la poesía (y, tambien, de la prosa) de Lucía Fraga Rodríguez es la negación. La negación no como concepto, por supuesto, sino como actitud existencial, como programa estetica y como estilo. Por lo tanto, este tema no es un estado de ánimo, sino una energía.
El campo (la sustancia) sobre el cual actúa esta energía, esta fuerza, es el ser (el ser humano), su situación ontologica, en general, mas, sobre todo, su situación en la contemporaneidad. El ser se muestra un no-ser (“Yo caía en un vacío constante que me dejaba prácticamente inconsciente. Mi figura, el tallo de una flor a punto de romperse. Mi ser un no-ser en expansión... “ ) y, en consecuencia, su vida ya no es un sueño (Calderón), sino una pesadilla. Y su leguaje – un delirio, Cuadros tenebrosos, el cultivo doloroso y vano del cuerpo (“Yo, ser humano sin alma. Todo carne y frialdad”), el dominio del vacío, del disgusto (“Mi cuerpo es un trapo sucio”), de la desesperación. Un mundo en donde ya uno no puede más vivir. Porque la gracia divina ha sido retraída (“como si nunca se pudiese borrar de nuestra frente el Pecado Original”), el Centro ha sido perdido, se ha instalado el caos y el hombre yerra, sin dirección y sin esperanza:
La guerra empezó con mi corazón arrancado
que alguien lanzó contra un cristal.
Yo recogí mi esponja de latidos,
aún caliente,
y me arrodillé para teñir de sangre
Las ventanas y las puertas.
Los niños sin cabeza todavía lloraban
al ver a sus madres muertas
con los ojos vacíos y los pechos cortados.
Sus aullidos descabezados pedían madre y leche,
pero sus bocas eran zanjas de alambre y muerte.
La calle era un campo de floreciente mantillo rojo,
donde los pequeños jugaban a cambiar de alma.
Entre latido y latido,
mi esponja crecía y se llenaba de leche
como una ubre de perra para amamantar a sus cachorros.
Fui dando un beso lácteo a cada boca desconsolada,
manchándome las piernas de sangre corrompida,
mientras mi corazón pesaba y bombeaba lentamente.
Madre de los muertos soy,
¿cuántos pecados cometió mi alma
sin yo saberlo?
(La madre de los muertos)

Pero todo este contenido, toda esta desilusión metafísica y toda la estructura del discurso son bien y friamente controlados por la razón, conforme a la “ars poetica” moderna.
La prosa parece un meta-texto, un género de comentario implícito, que descodifica, discursivamente, con una brutalidad léxica programada, deseada, el significado profundo de la poesía.


Eugen DORCESCU
Timişoara, 5 iunie 2010

A TÚA TRISTURA

“É unha mágoa que alguén da miña idade
Aínda teña que chorar”-dixeches.

“Chorar é natural”- tan simple, tan sinxelo.

Chórase ó nacer, e te choran
Cando morres.

Sentín esa mágoa túa metida no meu peito,
Coma se unha pedra me amolara na gorxa,
Coma se a túa tristura tivese forma humana
E eu estivera xunguida ó seu corpo lene e doente.

A túa tristura ten ollos de muller esgotada
Polos vellos tictacs dos reloxos de agullas vingadoras.
Muller desfeita, feita alma,
Muller sen carne, enchida de brétema.

A túa tristura ten ollos de muller morta,
Esmagada polos vellos automóviles de luces amarelas,
Cega pola distancia asoballante
dunha data a que lle puxeron un DEP.

A túa tristura é un corpo de muller fóra dela,
Acadando cristais sanguentos dos cereixos.
Da neve, o bico sen sede dun amante toco
Que agarima as súas pernas de femia salvaxe e espida.

A túa tristura son os seos feitiños dunha muller nova,
Peitos que se abren cedo para ti como rosas da mañán.
Perfectas ondas nas que mergullarse nun mar de saíva.
Lembranzas que fan tremer o corpo de desexo.

A túa tristura é unha tolemia.
Tolo, tolo.
Tolo pola delicada beleza esnaquizada.

martes, 1 de junio de 2010

"LA PARADA DE LOS MONSTRUOS"

Recuerdo mi llegada como
un primer día de colegio macabro.
Me metieron en una habitación vigilada,
Pero antes,
Me desnudaron y palparon mis heridas
Delante de un guardia de seguridad
Que daba la espalda.

Me dejaron sola
Y yo me senté en el suelo en posición fetal.
Me lo prohibieron.
Pero yo me acunaba en la cama
Con las sábanas del sergas
Y volvía al útero de mi madre.

Por la mañana,
Un desfile de mujeres desnudas
En las duchas sucias y llenas de esponjas enjabonadas,
Me recordaban a las vacas en el matadero.

“Yo soy Dios y Lucifer”.
“Yo me follé a mi madre”.
“A mí me llaman para que salga por la ventana”
“¿Crees que soy atractiva?” –y apareció desnuda en mi habitación
cubierta de pelos en las piernas e ingles
y un vientre de matrona romana con el pecho caído.

Las enfermeras, ineficaces papagayos inquisitivos:
“Que corra el aire, Señores”.
Esquizofrénico recuperado, yo, su musa de la fotografía.
Partidas de ajedrez que eran nuestra forma de hacer el amor.
Sólo en la sala de fumadores, nos cogíamos la mano.
Pero se marchó,
Como se marcha el verano hecho un niño salvaje.
Apenas nos pudimos despedir.
Pero dejó una rosa en un vaso de agua en mi habitación
Y yo sentí cómo latía el corte de mi cuello,
Porque, aunque nos lo juramos,
No nos veríamos nunca más.
Yo, su musa de la fotografía.

jueves, 27 de mayo de 2010

GAVEAU

GAVEAU (Paris)

Nunca gostei dos raquíticos pianos ingleses de parede,
porque eu tiña o meu lugar a carón das pernas do meu pai
trala caixa máxica do Gaveau, no París de Nunca Xamáis.

Souben da lingua dos homes nun mencer demasiado cedo,
mais a miña boca precisaba das sonorosas cordas daquel piano
que noutros séculos tivera dous candeeiros
e non dous buratos tupidos con anacos de madeira
por onde os meus dedos pequenos comezaban a soñar
con Tristesse, Romanza sen Palabras e Soño de Amor.

Quixéronnos estragar:
mancáronnos andazos de caruncho,
mestres de Conservas Oficiais.
Non eramos bonitas.
Pero tiñamos ímpetu.
Non estudabamos ó xeito que compría.
Porque tiñamos espírito.

O Gaveau perdeu unha octava en afinación.
Eu rematara con obras superiores ó meu grao.

Pero as doutoras Guillotin non perdoan:
cortáronme as mans,
por non ser princesa de Sangue Mistol.

Esa noite tinxíronse de azul todas as “Pezas Fáciles Para Piano”
E puiden ver en vellos daguerrotipos a voar como cirros
sobre o sangue dunha Conklin Cushom esfolada no corenta
todas as mans que pasaran polo marfil e o negro castrado.

Vin o mestre Lago a carón do seu amigo Gayarre no Covent Garden.
A súa barba e o reloxio a marcar de seguido as posicións da lúa.
A tía Amparo ría e cantaba un Nadal a súa panxoliña.
O avó acompañaba ó meu pai –un cativo de pernas longas- ó violín.
E papá: “Levanta unha perna pichuleta, levanta unha perna pichulá”,
Pichuleta apoiada á pata do Gaveau, erguía a perna co Eterno Chupete na boca .

Achegueime as escuras, toca e cega, ó ventre do gran París a durmir:

“Busco as miñas mans perdidas na cidade. As mans que me arrincaron o día que decidín que máis nunca as precisaría nun mundo de mutilados. Fervéronme os ollos de tanto fender o sol. Fixen dos meus ouvidos insignia da xordeira, diante dos imbéciles do mundo que latricaban coma profetas farisaicos do mañá, do futuro, da “LIBERDADE”. Deixei que a xenreira de multitudes apodrecidas esnaquizaran os meus ósos e negueime a falar como protesta. Agora sigo na procura do que é meu; busco as miñas mans onde as deixáchedes: nos baldes do lixo. Eu -Raíña das samesugas e Virxe das mazás podres, que xorden dun edén, leprosería cheirenta,- pelexo coas ratas famentas, remexo nos urinarios públicos, nalgún que outro bolso de vella tola taxidermista e, sobre todo, procúraos debaixo das pedras, das que nacen arrepiadas cascudas, formigas e vermes. Eles saben amar a miña carne de mans cortadas, beben das miñas veas coma da auga fresca dun río e, aínda que me esnaquizan por cada trabada, alo menos, dánlle alimento ós seus fillos, irmáns meus tamén na cegueira”

Teño o sangre vermello,
aínda que teño pais,
só Son Filla das Miñas Obras.
Almas –se as tedes-, feitas con anacos de “Galería”,
Renuncio a vosa “ALTA SUCIEDADE” devaluada.
Non serei digna de nada.

Mais devolvédeme o que é meu:

Coñecedes o meu enderezo,
Vivo dentro da caixa dun Gaveau.
Desculpade se non vos abro,

ARRINCÁRONME AS MANS,
Un bo día que hoxe coma sempre
non tiven pase na “Alta Suciedade”.

domingo, 23 de mayo de 2010

LA ÚLTIMA CONDENA

Necesito darme reposo,
Acallar los alaridos
Que salen de las bocas incendiadas
De mi cerebro.
No quiero ver más niños muertos.
No más cuerpos languideciendo entre mis brazos.
Ni un solo suspiro más
para decir adiós
Y dejar la puerta entornada.

Jamás seré una buena madre.
Por mucho que busque al hijo
que se me ha perdido.
Desconozco el pecado.
Estará descalzo y solo,
Caminando por la orilla trágica
de algún río.

Arráncame de una vez esta piel de virgen mutilada.
Haz crecer latidos en la carne abierta.
Absuélveme de este cuerpo inútil
Que no engendra más que muerte.

Desnuda,
Comiendo la sal del mar a puñados,
Con la ceguera de la carcajada histérica,
Mastico tierra, barro y cadáver que tanto amé
Para devolver al niño a su primera cuna.
Desafío a Dios y a todos los Infiernos,
Alzo mi mano ensangrentada contra todos
Con la promesa firme de daros muerte,
Aunque ésta sea mi última condena.