No me busquéis ni en la Luz ni en la Sombra,
porque sólo habito allá
donde no se cruzan los contrarios.
L. de Fraga.
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jueves, 28 de agosto de 2014
jueves, 24 de julio de 2014
SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)
SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO
("Las esferas celestes", Polibea, 2014)
(Primer movimiento "ad libitum")
ANOCHECÍA tu cuerpo que ya no era tu cuerpo,
en un delicioso sueño en el que habíamos dejado de ser
dos desconocidos con ganas de olvidar.
Sólo la noche era capaz de escuchar nuestros latidos
y nos deshicimos por un momento del infierno.
Al principio nos comportamos como dos adultos cuerdos,
pero habitaba en nosotros un intenso dolor que nos
reclamaba.
yo ya no tenía nada que perder y tú... quién sabe,
si un hogar, la soledad o, simplemente, el miedo.
Así que empezamos a anochecer.
nos secamos las lágrimas con nuestros propios cuerpos,
abrazados tan fuertemente que nada ni nadie podía
despegarnos.
Mi sonrisa avergonzada incendió la noche
y tú me devolviste al primer día de mi vida.
Allí no había nadie, tan sólo un cuerpo con dos almas.
Por un instante el mundo entero desapareció
y se fueron tras él demonios y fantasmas.
(Segundo movimiento "bisbigliando in crescendo")
ANOCHECÍA entre tus brazos y tus besos callados.
ya no teníamos adónde ir y por fin el tiempo se agotaba.
no podíamos decir “Adiós” a una vida que nunca
conocimos.
Contuve la respiración.
El dolor físico dura tan sólo un momento.
Lo que nunca se cura es el dolor del alma.
nos agarramos fuertemente de la mano.
Anochecía.
Anochecía un vals infinito entre la luna y los espejos.
Languidecíamos.
Favor por favor.
Silencio súbito tras el sonido escalofriante de un
quebrar de huesos.
Favor por favor.
Me precipité sobre ti según lo pactado.
Yo veía estrellas. Tú aún no me habías dado alcance.
Me cerraste los ojos y me cubriste con la sábana.
Te parecí todavía más hermosa.
Vinieron más estrellas. Tú también las veías.
Lucía de Fraga.
domingo, 13 de julio de 2014
LA HIJA DE ATLAS ("Nostalgia del acero", Follas Novas, 1996)
SOY
TÚ
A
veces me meto las manos en los bolsillos
Y
camino como un gran señor,
Pero
me duele tanto la espalda
Que
ni Atlas podría llevar semejante carga.
Busco unos zapatos que caminen por mi,
Un mapa que me indique dónde estoy
Y una dirección a la izquierda para volver a casa.
Me pesan todas las generaciones,
Las pasadas y las que están por venir
¿Qué es el honor?-me pregunta mi hija pequeña.
El honor no es un apellido,
No está en un escudo de armas oxidado,
En almas que se venden a la galería.
Hay noches que no puedo dormir.
La vida ha multiplicado por cinco
Mis preocupaciones,
Por más que he cumplido a rajatabla
Como padre, como marido, como hombre.
¿Qué se me ha devuelto de tantos desvelos?
Todos son malos pagadores, porque olvidan.
Yo, que tuve fuerza para levantarlos a todos,
Que fui el abanderado de todas las causas perdidas,
Ahora soy la causa por la que nadie quiere perder.
Y
salgo de esa piel dolorida,
Después
de tanto sufrir en silencio.
¿De qué nos ha servido?
Ser
un gran señor
ya
no es prerrogativa de nada.
Lucía de Fraga.
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