viernes, 27 de abril de 2012

PALABRAS. TAN SÓLO PALABRAS.

En una ocasión me amó un hombre.
Tan sólo fueron palabras en íntima confesión.
Yo era demasiado joven y escéptica,
él me doblaba la edad en perfectas matemáticas.
Aquellas palabras se las arrancó del pecho
y no supe reconocer sus auténticos latidos.

Palabras. Tan sólo fueron palabras.
Palabras en íntima confesión.

Supongo que creí más en su pasión
que en su propia verdad.
Entonces yo estaba sorda y ciega,
dispuesta a desconfiar de todos los hombres,
cansada de ser La Mujer Prohibida.

Ahora me río de mi propia desgracia:
Las palabras son más que fonética y ortografía.
La íntima confesión es una ofrenda humana
digna de un Dios sin dogmas en el que, a veces,
la estupidez no nos deja creer.

Cerré mucho tiempo los ojos...
Demasiado tiempo para lo que dura una vida.
Palabras. Tan sólo fueron palabras.
Palabras en íntima confesión...
Desperté cuando ya no quedaban ofrendas parlantes.

Lucía de Fraga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario