lunes, 3 de mayo de 2010

CONTRA LA DURA REALIDAD

Tenía la cabeza contra el espejo del cuarto de baño y la cara deformada por el llanto.Parecía una virgen atávica de ritos sangrientos.Tenía las muñecas machacadas de cortes y el rimmel todo corrido.Estaba sobre el suelo, cuando acababa de soltar la cuchilla. No había podido seguir. Había claudicado ante la muerte. O ante la vida.
Nunca sería madre más que de informes sueños a los que acunar en brazos. Fantasmas de niños muertos que la martirizaban con su mortalidad de gato callejero y tuberculoso. Limpió la sangre con un trapo seco y todo quedó embazado de rojo marronáceo. Eran las tres de la tarde y se había pasado no sé cuántas horas en el zafarrancho. Se cambió la ropa y se recogió el pelo. Había vuelto a perder su muñeca de trapo y coletas rojas. Era lo malo que tenía hacerse mayor, aunque ya casi había entrado en la era analgésica de latidos y minutos, algún pensamiento la hubo de detener, ya fuera superevivencia o desesperación. ¿Era eso o la cobardía y el miedo al dolor? Pensó en el silencio de los sepulcros y la paz de la cajitas blancas. Estaba al borde del abismo; entre el sueño transparente de ginebra y el duro golpe contra la realidad que venía galopante.

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