miércoles, 22 de octubre de 2008

"APENAS QUEDA NADA"

Tengo frío. Apenas queda nada de mí. Me estoy diluyendo como una acuarela malpintada. Estoy abrigada con chaqueta militar y mi shary de la India al cuello. Tengo un aspecto entre pintoresco y de bohemia trasnochada. Sólo queda la petulancia, el sombrero beige y las gafas. Ya no queda ningún Humbert-Humbert al que seducir. Mi inteligencia no me sirve nada más que para cavar fosas en el cementerio de la memoria. Yo era feliz como una nínfula navokobkiana que iba dejando sus píldoras venenosas por corazones de cincuentones. Ahora el juego acabó. Ya casi voy a cumplir treinta años y estoy preparando unas oposiciones a secundaria, por las que moriré. En fin, entraré a tomar un café. Huele a fritura y a humo de tabaco negro. Parece una tasca de fin de siglo. En menos de un minuto me encuentro en la alegre White-Chapel con un cuaderno y un bolígrafo. Apenas queda ya nada sobre qué escribir. Pido al camarero grasiento un café largo de café y se me antoja que me darán achicoria o cascarilla. ¿Por qué te hizo el destino pecadora?- me dicen Los Panchos. Me hizo Dios pecadora, como hizo los cielos o los ríos. Lo importante es que ahora estoy tan alejada del pecado que apenas queda nada de mí. Las manos heladas con sus dedos largos, como los de Nosferatu, aterrizan en una taza de humeante café. Es extraño tomar café sin notar la presencia analgésica de Pessoa. Pero igual que ya no sueño, ya no siento aquella común melancolía que nos unía en tardes de cafés. Quizá deba de pasarme al vino y cometer pecados nuevos a la luz del filamento de una bombilla. Abro mi paquete de Ducados Rubio, que es de lo más barato que hay, y extraigo un cigarrillo que me dispongo a fumar. Fumo sin ganas, lentamente, porque ya no queda nada que merezca la pena. Quizá me esté matando en este mismo matando. Lo que sé es que este momento ya no lo volveré a vivir, porque no podemos repetir una sensación y lo que yo siento es una especie de nada que se expande como una araña inmensa que me va devorando. Dejo el cigarrillo en el cenicero, consumiéndose. Realmente, al contemplar cómo la ceniza se quema, me doy cuenta de que mi vida se ha consumido sin glorias mayores. No conozco la alegría y soy maestra en tristezas. Mis amigos me abandonaron o se cansaron de mí. No les culpo. Es difícil contemporizar con un espíritu esquivo y violento como el mío, aunque a veces sea tierna y fiel como una perra. Apenas queda nada que salvar de la quema. En la televisión ponen un magazín insoportable. Apenas tengo ya nada qué decir. Me paso la mano por la cabeza y descubro mi pelo corto. Nunca seré una chica guapa. Nunca seré una Srta. de "La" Coruña. Definitivamente, mis padres han fracasado en eso. Aunque me pongan gomas en la ortodoncia y parezca una muñeca mecánica que come poco. Ya casi no sueño. He perdido mi capacidad para soñar. Soy una asesina de Bernardo Soares. No me rijo ni por emociones ni por sensaciones, los sentimientos los tengo anquilosados. Vivo por inercia. Y más que por inercia, "a tientas". Voy por un largo pasillo serpenteando los obstáculos. He dejado enfriar el café. Magnífico brebaje adorado por Balzac. Qué me queda: tres pares de gafas, unos cuantos fulares y un montón de ropa que me queda enorme. Parece que he perdido parte del cerebro con los kilos. Lo cierto es que me complace contemplar mi delgadez frente al espejo con ese andrógino aspecto del pelo corto. He de reconocer que soy un ser extraño en mi género. El otro día Manuel me recordó en el mercado. Y yo recordé el gran mercado de fruta de San Leopoldo en Rio Grande do Sul. Qué hijas de puta!!! Cómo se portaron de mal las españolas. Pero a lo que iba, el mercado era tan impresionante y colorista como lo definía Manuel. Yo me movería por la zona de frutas exóticas, buscando papaya y mango,o, tal vez, si estuviera en Alemania me encontraría entre el melón y la sandía. Ahora, prácticamente no como fruta. Espero que esta noche duerma tan profundamente que no despierte, ya, de una puta vez.

2 comentarios:

  1. Bueno, si eres tan borde, evitaré anotarte en el debe de los venenos propicios para cincuentones. En cierto modo fuiste una premonición anticipada de aquella otra mujer, de la que no puedo darte detalles, salvo que era polisémicamente brillante y alguna vez había frecuentado una consulta siquiátrica, según me confesó con voz queda en las inmensidades de su cama ikea. Enhorabuena, te has adelantado unas pocas horas en enunciar la idea del letal veneno. Te sigo los pasos.

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  2. no queda nada donde se derrama ... se derrama
    besos

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