viernes, 6 de marzo de 2009

NOTAS DISCORDANTES

Algo suena sobre mi habitación; parece el sonido de una guitarra mal templada. La lluvia cae estúpidamente contra los cristales deshaciéndose como una granada partida al sol. Se me ha parado el reloj. Me viene a la mente un poema de Aquilino Iglesia Alvariño "Polos Vellos Poetas que foron". Non lembro ben o comezo, seica dicía algo coma "Houbo un tempo feliz". "Houbo un tempo feliz" resoa na miña memoria coma unha cantiga de berce. Seica tivo que haber un tempo feliz. Mais agora non atopo outra cousa que escuras escumas preto da miña praia. Removo entre as cavichas o derradeiro pito e fico mirando para a miña testa na cunca do café. ¿Quen son? En realidade, outra "Dona delicada". Aínda que o meu cabelo curto e as miñas pegadas de ganso semellen ser de rapaz. ¿Que hai tras esta faciana? Nicotina e cafeína. Falei con Afonso, el cre nas miñas potencialidades, pero eu xa non creo en nada. Só desexo que pase a hora de xantar para ir tomar café e escribir no meu caderno. Cada día cústame máis comer. Non teño fame. A soidade éncheme o estómago.
Pregúntome quen será Carlos. Non sei quen es. Pero estes anacos de min van por ti. Eu non son máis ca unha muller de folerpa a punto de esgotarse nun charco. O tempo convertiuse nunha estraña forma de sentir as ausencias. Collo cada anaco de home e muller e os deixo valorecer nun vaso ata que me lembro deles. Non me fagas caso. Tan só, falo a soas.

jueves, 5 de marzo de 2009

EL CUADERNO DE CUERO

He bajado a tomar un café. Ya sabes: doble largo de café. He encendido un cigarrillo sin ganas y he clavado la vista en la carta de vinos. Mirar sin ver. El café estaba demasiado caliente, así que disfruté de mi pitillo, matándome un poco más.
Hoy mis manos me resultan desconocidas. "Las señoritas se conocen por las manos"-y una mierda!!! Lo cierto es que son delicadas y siempre están muy cuidadas, pero hoy tengo el esmalte carcomido como una chica de barrio de ésas que se pintan los labios de rojo.
El café me reconcilia con el mundo. Eso y el cuaderno de cuero, donde escribo sin autocensuras. Lo llevo siempre conmigo, en el bolso, porque nunca sabes cuándo se puede presentar una ocasión para escribir. Apenas tengo nada que decir, pero necesito palabrear como cuando le escribo a Cuchhi. Esta soledad parece una goma pegajosa que se va extiendo por el cuerpo. La soledad huele a leche cortada y tiene el tacto de las agujas. Me recuerdo siempre sola, aunque éste sea un recuerdo falseado de mi memoria. Yo me tengo por una niña abandónica, a pesar de que no pude ser más querida. Pero algo tiene de trágico la infancia. Es como un vaso a punto de quebrarse. La inocencia perdida. En mi cuaderno, hablo de ese gran sentimiento de culpa que me ha perseguido siempre: un pecado cometido sin darme apenas cuenta o de haber nacido en época de Cristo, ser su asesina.
El cuaderno de cuero sabe a café y a tabaco. También, a largos paseos solitarios. Un día me llenaré los bolsillos de piedras y me meteré en un río, como Virginia. Seré una hermosa ofelia sin flores ni largos cabellos, pero le devolveré a la tierra lo que sólo a la tierra pertenece.
Hace frío. Estoy helada. Fumo vehementemente en mi dormitorio, mientras juego con mi pitillera de plata. Era de mi padre. Yo quería ser el hijo. El auténtico heredero de su magisterio. Pero el cielo no lo quiso así.
Yo soy la muchacha delgaducha a la que nadie besa. La bohemia del café de artistas, sin artistas. La sombra de la sombra. La que pudo ser todo y no llegó a nada.
Miro cómo se hunden las colillas en el cenicero de agua y pienso en mi juventud malgastada en estudiar. Y siento cómo me hundo un poco más en el agua de las colillas...

lunes, 23 de febrero de 2009

TRES NOCHES EN LA ZARZUELA

Acabo de hablar por teléfono con Félix, Félix San Mateo, el director de la Compañía Lírica de Zarzuela de Madrid. Hace tres semanas que han estrenado en A Coruña. La primera noche nos deleitaron con "Katiuska", la segunda con "La verbena de la Paloma" y la última con "La del soto del Parral". Las localidades estaban agotadas. ¿Quién lo llama a éste nuestro "género chico" que abarrota los grandes teatros? Es nuestro gran género. Y de la mano de un director que sabe conjugar la templanza de una música bien orquestada con las voces inigualables del reparto. Lo cierto es, y esto es lo que menos me gusta, que para entrar me tuve que hacer un hueco entre la alta sociedad coruñesa cargada de pieles y oliendo a laca, esa que hace llorar los ojos. Todos son "bárbaros" y aprovechan cualquier ocasión para sacar del armario su animal muerto. Pero dejando de lado esto, he de reconocer que me emocionó sobremanera "La leyenda del beso" y "Las bodas de Luis Alonso", entre otras piezas célebres entre las que destacan el barítono y la soprano, María José, de la compañía. El ambiente era efervescente. Cuánto tiempo hacía que no había zarzuela en A Coruña.
Tras la primera función, un Félix exhausto me dijo: "¿Has visto lo que he tenido que luchar contra esos dos elementos?". Con qué pasión dirige, qué manera de vivirlo. Poco puedo decir de lo que allí sentí desde mi butaca en platea, gracias a Félix. La zarzuela tiene el gracejo de los arrabales madrileños, el arte del teatro y de la música. Una combinación inmejorable para todo amante de la escena y el canto. Pero, sobre todo, esta compañía, cuenta con un elenco excepcional que va desde los coros a las figuras principales, pasando por supuesto por la orquesta, fantástica, y su director.
Bien es cierto que lo poco que hablamos Félix y yo no somos exactamente afines, pero somos amigos, al fin y al cabo. El arte está por encima de las creencias. Ahora bien, Félix San Mateo es un hueso duro de roer. Amante de los toros, el buen vino y la buena mesa pone pasión en todo lo que hace. Aunque ya sabéis lo que yo opino de los toros. Me dijo, sin acritud, que carecía de ideales, que me habían comido el coco cuatro chalados...En fin, puede ser que no tenga las ideas muy claras, pero a Félix hay que quererlo como es. Un gran tipo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

EN LA COLA DEL PARO

Hacía un frío matador a eso de las 8.30. Yo todavía estaba entre sueños. No abrían hasta las nueve. La cola daba la vuelta a la plaza. Llegué temprano, después de tomar un café largo y calentito en la cafetería de abajo. Me dio tiempo a pensar en muchas cosas. Tal vez, demasiadas. Apenas puedo escibir con el desorden de mi mesa. Tendría que hacer arreglo de libros. Y la cara. Me hace falta un peeling y una mascarilla de arcilla. Lo cierto es que no quise pensar en nada trascendente durante la espera, aunque venían a mi mente todo tipo de tribulaciones. Hace mucho que no escribo para el periódico, porque apenas tengo ideas. Eso me atormenta y me vuelve más estéril. No hay más que mirar el número de entradas de mi blog para ver que no estoy de arte. Además, me espera una pila de libros por leer, pero casi no tengo tiempo con tanto estudiar. He descuidado el piso número dieciseis. Estará lleno de polvo.
Busco la inspiración por todos los escondrijos, pero se me resiste. He buscado hasta en la lavadora. Parece que se me ha secado el cerebro. Pero no veo gigantes en lugar de molinos. No veo nada. Sólo soy la triste chica de los apuntes y café doble. Me gasto la "paga" en cafés y tabaco, mientras me pregunto si el arte imita a la vida o al revés. "Principio de mímesis". Principio de mierda. No sé por qué me levanto por las mañanas. Ni siquiera entiendo cómo es posible que todavía siga en pie. No quiero pensar qué será de mí en unos años. No me lo quiero imaginar. ¿Un montón de libros y tres gatos a los que alimentar? Prefiero pensar que seré una solitaria profesora de letras que escribe y bebe mistela después de comer. Estar en la cola del paro es haber perdido la inocencia. La inocencia que tuve hasta hace poco. En cuanto empiezas a hablar de lo que me quitarán del irpf, del registro de la propiedad y de las facturas devueltas por el banco has ingresado en el mundo de los adultos. Ya no hay salida. Sólo quedan los cafés en solitario y algún buen libro. Me pregunto si alguna vez tomaré café con alguien.

domingo, 11 de enero de 2009

OTRO CAFÉ MÁS

No te vayas, tomemos el último café juntos. Lo preparé en mi cafetera italiana y lo serviré en aquellos pocillos que heredé de casa de mis padres. Me dices que tienes problemas con tu cuadro, que no sabes cómo pintar el piso dieciseis. Que tan sólo es un edificio gris que sobresale de entre el resto. Anoche me quedé dormida, mientras veía "Casablanca", por eso no te llamé.
Ha hecho frío esta noche. Esta noche de la que no quería despertar. Soñé con mi puesta de largo y que bebía Moët & Chandon, ya ves, qué tonterías. Lo cierto es que no quería despertar. La vida me sabe a poco y tú estás demasiado lejos. No sé si seré una buena madre para cuando llegue el hijo, si es que llega. No, no quería despertar. Los relojes azules de los sueños siempre marcan las seis de la mañana. Yo era una joven con un traje largo negro que me cubría el rostro. Dormir. Dormir eternamente. Sin fin. La curvatura de tu espalda es tan perfecta como el asa del pocillo. Me gusta que estemos así: en el sofá, despreocupados. No. No quería que se rompiese mi sueño. De niña recogía piedras blancas y me llenaba los bolsillos. Tal vez lo vuelva a hacer y me sumerja en un río. Virginia Wolf. Sólo necesito un café y una habitación para escribir. Yo te ayudaré a pintar las ventanas por las que la pobre Pola llevaba un poco de mate. No quería vigilías. Las tres parcas con su único ojo me regalaron unas tijeras. Yo pondré bajo mi lengua una moneda para pagar al barquero. ¿Qué fue de tí mientras yo soñaba? Yo he conocido a una joven pelirroja que hacía versos con sus heridas. Tú pintabas por las paredes monstruosas serpientes verdes como las que te acechan en tus sueños. No, no quería amaneceres. He visto morir a dos personas. La soledad y los estertores de la muerte. El vacío y una boca que no se cierra. Adioses de tiempos perdidos y caras desfiguradas. Déjame que sueñe, déjame que no te abandone mientras duermo.

domingo, 14 de diciembre de 2008

UNA COPA DE VINO

Hoy ha sido un día nefasto. Necesito una copa de Terras Gauda. La chica delgaducha no cumple su cometido. No me concentro. No sé qué me pasa. Necesito un Terras Gauda y sofá. "Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas". e.e.cummings resuena en mi cabeza. Que ya se acabó. Que esa historia ya "es Historia". Por mucho que suene Chelsea Hotel nº2 en mi reproductor. Paladeo el último café del día, mientras tú sueñas con bellas Beatrices. Ya sé que ya no soy ninguna nínfula nabokovkiana, que estoy a punto de cumplir la treintena y que todavía no me comporto como una mujer. No me dejaron ser niña ni quiero ser mujer. Estoy de año sabático en Nunca Jamás. Es peligroso ese mundo de "hombres y mujeres". Me consuela mi adorada asexualidad angélica que me confiere la delgadez. Pero todavía no me siento con las armas cargadas para salir al mundo real. Nunca seré una mujer fatal que cuente hombres como carreras en las medias. Una vez quise ser una mujer y le dieron el papel a otra. Ahora, me asustan los hombres de zapatos brillantes. Con una copa, el mundo desaparece. Y desaparecen los hombres de zapatos brillantes. Yo no sé bailar. Por eso siempre me quedo en un rincón sosteniendo la copa. Soy la adolescente a la que nunca nadie quiso besar. Y ahora, de pronto, florecen bocas por las puertas. Pero yo sigo con los cordones desatados preguntando "¿Cuándo llegamos?". Los ojos se vuelven conspiradores y sensibles con su luz al tacto. Donde hubo un mapa de carreteras azules, hoy cercenas tu pecho, amazona. La gente se pone a jugar al escondite inglés y paran de contar enseguida. Hay que librarse uno mismo, no vale "por mí y por todos mis compañeros". El instinto es algo más que supervivencia. Un botón abierto puede entenderse como una invitación al balcón de tu intimidad. Nadie sabe cuál es el código exacto o las reglas del juego. De nada sirve lo que te enseñaron de niña, de nada sirve ya.

domingo, 7 de diciembre de 2008

FILOSOFÍAS DE UN ÚTERO CANSADO

(o que te maljodan, Sócrates)

1. La ciudad te perseguirá. (Cavafis).
No huyas de tu sombra alargada sobre los adoquines mal colocados. El asfalto te engulle como una Saturna Hambrienta que hunde tus pies en unas sibilinas arenas movedizas y convierte tu paso en trampa de ratones. Juraste huir y tan sólo alcanzaste tu jaula para pájaros muertos.
Tu viaje invita a la vuelta del derrotado, del que nunca partió, porque no desató las amarras y solamente chapoteó en una ciénaga conocida que las vueltas y revueltas querían teñir con el color de otros soles. Ella se te instaló en el esqueleto como un parásito agotador, como un insecto vampírico que hizo de tu sangre licor agrio de lo cotidiano. Por eso, cada sorbo tiene el sabor familiar del miedo que dan los calendarios y las mantas frías y húmedas en la noche. Tu lengua viaja más que tú detro dde mi boca , enredándose hasta lalcuha en quimeras que lamen rocas de sal, tejas teñidas con sangre de ballena, piedras calientes y saladas como extraños tesoros de una huída inútil. Mas no puedes combatir contra la bilis que te aprieta el estómago, la ceguera de las farolas a media noche ni los gatos negros que te hieren con ojos amarillos. Careciste de la fuerza de Atlas y en vez de con quistar el mundo, se te cayó encima.


CINZAS DA CIDADE.
Non fuxas da túa sombra alongada sobre os lastros mal empedrados. O asfalto engúlete coma unha Saturna esfameada que afoga os tues pés nunhas sibilinas areas movedizas e convirte a túa pegada nunha trampa de ratos. Xuraches fuxir e tan só acadaches a túa gaiola de paxaros mortos.
A túa viaxe errada convida á volta do derrotado, do que nunca partiu, porque non desatou as amarras e soamente chapuzou nas coñecidas augas suxas que voltas e reviravoltas esgorentaban por tinguir coa cor doutros soles.
Ela coallou no teu esquelete coma un parásito esgotador, coma un insecto vampírico que fixo do teu sangue licor agre do cotián. Cada grolo ten o gusto familiar do medo que dan os calendarios e as mantas frías e húmidas á noite.

A túa lingua viaxa máis cá ti dentro da miña boca, enleándose até a loita en quimeiras que lamben cons de sal, tellas tinguidas con sangue de balea,pedras quentes e salgadas como estraños tesouros dunha fuxida inútil.
Mais non podes combater coa bile que te esmola o estómago, a cegueira dos farois á media noite, nin os gatos negros que te firen con ollos amarelos.
Carecihes da forza de Atlas e, en troques de conquistar o mundo, caéuseche enriba.