jueves, 20 de septiembre de 2007

PINTURA Y POESÍA

El cuadro de Goya acompaña a los poemas Nostalgia del acero (Sección II)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

SATURNO DEVORANDO A SU HIJO (GOYA)


NOSTALGIA DEL ACERO (SECCIÓN II)

LA ÚLTIMA CONDENA

Necesito darme reposo,

Acallar los alaridos

Que salen de las bocas incendiadas

De mi cerebro.

No quiero ver más niños muertos.

No más cuerpos languideciendo entre mis brazos.

Ni un solo suspiro más

para decir adiós

Y dejar la puerta entornada.

Jamás seré una buena madre.

Por mucho que busque al hijo

que se me ha perdido.

Desconozco el pecado.

Estará descalzo y solo,

Caminando por la orilla trágica

de algún río.

Arráncame de una vez esta piel de virgen mutilada.

Haz crecer latidos en la carne abierta.

Absuélveme de este cuerpo inútil

Que no engendra más que muerte.

Desnuda,

Comiendo la sal del mar a puñados,

Con la ceguera de la carcajada histérica,

Mastico tierra, barro y cadáver que tanto amé

Para devolver al niño a su primera cuna.

Desafío a Dios y a todos los Infiernos,

Alzo mi mano ensangrentada contra todos

Con la promesa firme de daros muerte,

Aunque ésta sea mi última condena.


NIÑAS ROTAS

Yo he visto miserias que tú ni siquiera adivinarías,

La tragedia de las niñas rotas

Que juegan en silencio

A ser pequeñas madres.

Niñas que cierran los brazos

Para que nadie vea sus heridas

Ni descubra que la muñeca tiene un cuerpo debajo del trapo.

Son las múltiples madres silenciosas

Que rondan mi cama cada noche

Para que sus gritos no me dejen dormir.


LA CEGUERA DE TU MANO

De vez en cuando, hago que estoy ciega.

Mis dedos se convierten

en buscadores de relieves familiares

y escucho la voz de mi padre

que me llama por mi nombre,

sin confundirme con mis hermanas.

Y Mi cuerpo es un trozo de barro

Que modela tu boca.

Pero la oscuridad de mi noche oculta un abrazo perverso que me tapa los ojos

Y también me deja sorda y sin voz

Para que no te oiga,

para que no me oigas.

Y el cuerpo se deshace, se va perdiendo

Y la ceguera es la costumbre de tu mano

Para no vernos más.


APOSTAR UN LATIDO

Si tuviera que apostar un latido,

Sería porque el tiempo se vuelve alimento de polillas.

Pero adoro el encanto suicida

De las jugadas con pérdida segura.

Cortar la baraja con mi mano de cuervo

Es esconder el secreto de mármoles aún vacíos.

Así me distraigo con tu ojo,

Clavo roto que quiere atravesarme,

Monóculo herido por una garra invisible.

Y nada sabes:

Destino del cuerpo,

Huesos que entrechocan,

Canciones lujuriosas de la aurora negra.

Me gusta la inocencia del que apuesta la vida

-sin saber que ya ha perdido todo de antemano-

y pide como un niño un préstamo a los amigos.

Para qué apostar la entraña,

Si puedo hacer la carne hermosa

llamándola “latido”


SUICIDIOS MATINALES

Hay mañanas en las que levantarse de la cama es un suicidio.

Yo he tenido un patio de armas dentro del cuarto de baño.

Abandoné muy pronto los peines y cambié los cepillos

por cuchillas que me acariciaban el estómago.

Nadie sabe que yo he amado mi cadáver con devoción.

Aquellas tardes de castigo me vuelven a la cabeza

con un fuerte olor a pintura.

El cuerpo anunciaba las carencias de la carne

y teñía mis ojeras con misticismo teresiano.

El bolígrafo describía la órbita espacial sobre un campo de venas azules.

Nunca el desprecio fue mejor aliado del arte de amar.

Cuando el silencio es luz blanca,

la boca que besa es la boca que devora.

El tiempo deja de ser contención de latidos y minutos,

Porque da paso a la era de la muerte analgésica.

Dios tiene la extraña cualidad de hacerse desear,

alguna que otra noche que el cielo rompe en llamas.


DESNUDA FRENTE AL ESPEJO

Contemplo entre sombras

a la mujer de los ojos inyectados en sangre.

Su cuerpo emerge de las ruinas

de un paraíso Que huele a hospital.

Me sonríe obscena,

Sujetándose las caderas.

Me muestra el blanco histérico de su sonrisa

Y me reclama con las manos,

Porque me quiere tocar.

Intenta perforar mi vientre,

escarba con las uñas,

mientras me parte una sacudida

que es náusea del alma.

He visto vacas descuartizadas en el mercado

Y mujeres desnudas en el cine,

Lo que mi cerebro no se atreve a mirar

Es el cuerpo dolorido de una niña que todavía grita.


CARNE DE MI CARNE

La luz es tan blanca que me deja sin ojos.

Me adormezco

Entre la lujuria aséptica de las batas

Y el olor a alcohol

Que emborracha mi pituitaria.

Pero la boca me sabe a sangre

Y todo mi cadáver

es el miembro fantasma

de un mutilado.

Lloro a gritos,

sin lágrimas,

sin voces.

Con la cara deformada entre las manos.

Huyendo de espejos que me retratan.

Pero esa criatura

que tus ojos repudian

es la carne de mi carne.

Esa carne soy yo.


lunes, 17 de septiembre de 2007

CUARTO DE HOTEL

La músia sonaba cerca de mi ventana e incluso podía escuchar las conversaciones de la boda que estaban celebrando en el restaurante del hotel. Yo, a oscuras, veía un documental sobre la transición española de Victoria Prego y fumaba medio tendida en la cama, como medio recorte de mujer que la luz parpadenate del televisor atravesaba en blanco y negro. Fumaba con desaire,sobre la cama con la ropa interior y las medias aún puestas y sin desmaquillar. Venía de una boda. Sólo me apetecía remolonear sobre la cama como una gata y que alguien me acariase el lomo. Estaba hecha añicos. Las parejas se habían ido a consumar su amor, mientras yo me consumía de angustia, sola y deseosa de ser abrazada. Comencé a catalogar qué tipos de personas solitarias habrían pasado por aquella habitación. Pero me aburrí y empecé a pensar en Hopper. Qué soledad más sombría la de una habitación sencilla donde no funciona la llave de la luz. Empecé a caminar por la habitación buscando un círculo perfecto donde meterme dentro para estar a salvo de mis especulaciones, perocuando el corazón late a ritmo de Miles davis no puedes escapar de tí. Pensé por un momento en sentirme dichosa y lo conseguí.Qué importancia tiene que unos hagan el amor si yo tengo el amor de la palabra. Me sentí desnuda,como la mujer de Hopper en su Cuarto de Hotel. Al fin y al cabo,habíamos venido a divertirnos y yo había ido a comprobar que era la más infeliz,pero tengo la palabra.Mirando para el tubo de neón estropeado,pensé que el amor es como la mariposa y la lámpara,que si es muy absorbente te consumes en él. Y yo me quiero consumir,pero lentamente,en un fundido en negro que me una para siempre en el amor divino.

martes, 11 de septiembre de 2007

NOSTALGIA DEL ACERO (SECCIÓN I)

EL ASESINATO

Yo aprendí a hablar con una piedra en la boca,

cuando el mundo era un eterno desfile por brazos desconocidos

y las almas se deshacían dentro de puños violentos.

Me acostumbré al silencio y a la hipnosis de los relojes.

A la caricia del verdugo antes de dormir.

Del hacha comprendí

que las heridas más dolorosas no se abren en la carne.

Y aunque mi grito se fue haciendo anónimo,

cuanto más crecía,

más eran las manos que cercaban mi cuello.

Comencé a caminar de noche,

convencida de que la sombra era un escondite para ciegos.

Di mis primeros pasos a oscuras

y mis primeras palabras fueron para el reflejo de una ventana.

Pero un día me escapé y corrí hacia el sol.

Dicen que hay niños que traen un pan debajo del brazo.

A mi me robaron el pan:

yen su lugar

puse un cuchillo.

PRIMERA SECCIÓN: DERECHO A RÉPLICA.

DOLOR DE NIÑA-MADRE

He sido una madre silenciosa de mi propia niñez.

Me he acunado sola

cuando las manos de la madrastra

me tiraban por el suelo

y la luz era una nube mortal.

Cuando el amor era una bofetada,

cuando el amor era una paliza y yo

una niña que lloraba con las piernas meadas.

Hoy respiro el olor de mi propio cuerpo,

estrujo los pechos de mujer

que coronan una madurez rancia

iniciada en los ojos de antesdeayer.

Desnuda ante el espejo

revivo el dolor de la carne.

ME muerdo los brazos,

me abofeteo la cara

y golpeo los puños contra el duro cristal

que separa los continentes helados.

Soy la sombra perpetua.


LA NOCHE DE MI CUERPO.

He visto el rostro de mi madre llorando,

reflejado en el suelo.

Me he asomado a la ventana

y me he vuelto lluvia que cae

sobre la ciudad insomne.

De noche pierdo por completo

la noción de mi cuerpo

y, poco a poco, me incorporo

a este paraíso de los idiotas.

La calle tiene un extraño color de gato nocturno

que casi no me deja reconocer

mis manos mezcladas en la niebla.

Estiro los brazos

por encima de los laberintos de hormigón

con el mismo vuelo que alzan mis manos

sobre los recuerdos.

El tiempo se despereza en esta noche

que es la noche de mi cuerpo

sobre la ciudad mojada.

Caen a raudales las aguas dormidas

que recorren los laberintos de cristal,

ciudades que sueñan dentro de una bola

que guarda la nieve del invierno

sobre las estancias durmientes.


AYER Y HOY.

Desde lo alto de mi cuerpo de pájaro,

descubro presencias perdidas,

estúpidos paseantes

que han olvidado su nombre.

De niña te llamabas Ía

y la noche tenía la vertiginosa

caída de un columpio chirriante.

Dabas vueltas

por el mero placer

de que todo girara en torno a t

i y el violín era un trampolín

que iba de la música a tu cuna

para darte un beso de buenas noches.

Hoy, sólo soy un cuerpo sin sueño que camina hacia el matadero.


AL PIE DE AQUELLA ROCA

Sabes que detrás de mi

hay una sonrisa que sí existió

y siento esas campanillas

que acuden a mi cabeza

cuando pienso en esa infancia

que descuidó la memoria.

Tiene toda la fuerza de las noches azules,

de cuando me sentaba

al pie de la roca de los sueños

y dejaba que el viento me arrastrase

las lágrimas de la frente al pelo.


ALEGRÍA DEL MUTILADO

Algunos niños sin cabeza

juegan a la pelota

delante de tu puerta.

¡Qué buena es la guerra

que les arranca los brazos

y les da la alegría del tullido

con piernas ortopédicas!


LA PIEDRA REDONDA

Contemplo sobre mi mano,

la redondez de una piedra

que es como el mundo

sobre el vientre de un bebé

que duerme.

¡Que nadie lo mueva!

¡Que nadie lo mueva

que es mi hijo con su vida!

La vida es redonda como una piedra.

Hay que mirarla como a una virgen

que se desnuda en silencio.

La vida es redonda y suave y lisa

como una piedra.

Mi hijo

nació con ella sobre el vientre

y sube y baja mientras tiene sueño.

La vida es como una piedra, que algunos nos empeñamos en atarnos al cuello.


SATURNA

Saturna.

Satuuurna.

La madre desaforada

corre desnuda sobre las rocas.

Se destroza los pies

que no encuentran

el descanso de la arena.


CANCIÓN DE CUNA PARA DOS NIÑAS

Hay dolores que se inician

en el dibujo de un cuento de hadas

y terminan en unas medias negras

con un par de agujeros.

Soy aquella que ni es niña

ni quiere ser mujer,

porque demando a dentelladas del pasado

lo que por derecho el tiempo me debe.

¿Dónde está el precio de las niñeces arrebatadas?

¿Dónde está la corona de flores donde respira hoy la de espinas?

Hay momentos en los que imagino

que duermo entre mis propios brazos

y mi boca busca la cara de la niña

que sostengo.

Le canto al oído dulcemente

y siento su respiración caliente contra mi cara.

Las dos nos acunamos.

Pero se rompe mi sueño,

cuando descubro una muñeca rota en el suelo.


EPITAFIO

Padre,

los dos hemos llegado tarde:

tú a salvarme y yo a pedirte socorro.

¿Por qué no le cortaste las manos a mi madre?




LA CLOCHARD ENRAYUELADA