
Dejaste una nota de despedida sobre
El imán de los zuecos holandeses.
Allí en la nevera.
Borraste toda huella de ti
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
La alegría, el amor,
algunos libros robados y mis cedés de Charlie Parker.
Desde que te has ido, todos los días parecen lunes.
El tedio del domingo lo guardo con mi ginebra
Con la que ahora hago piruetas suicidas con una sola mano.
Cada noche es de domingo y alcohol;
El resto de la semana, de bebidas espirituosas
Y todos los días de malditos llantos y porqués.
Cerraste la puerta de un golpe que ha agrietado
Las paredes del salón y las galerías de mi alma.
Ahora ya sólo soy una vieja con un triste gato de porcelana.
¿Por qué me arrancaste las manos aquella noche?
Ya todo tiene respuesta: amor de suela gastada y otra carne fresca.
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
El coñazo y tus gayumbos de hortera.