viernes, 17 de octubre de 2008
UNO DE TANTOS DE 2004
Estreno piso, estreno independencia y, hasta cierto punto, estreno vida. Ya no tengo que darle los Buenos Días a nadie, ni dar las gracias ni nada de nada. El piso es genial. Está en el peor barrio de Kiel -en la parte menos mala del barrio turco, donde ya no hay turcos. Curioso gentilicio para una zona apátrida-. Tiene: a) recibidor en el que no pienso recibir ni a mi puta madre, b) cuarto de baño con ducha y azulejos –algo increíble aquí-, c) salón grande con un fregadero y dos fuegos en una esquina y d) un balcón inmenso por el que me ve en pelotas todo el vecindario cada mañana. Hay dos puertas de cristal gigantescas que dan a la calle, bueno, al balcón que a su vez da a una especie de patio de vecinos que tampoco es un patio de vecinos. Ayer de noche me cagué de miedo, pensando que Norman Beits –disculpa la grafo-fonética analogizada- iba a aparecer con un cuchillo de cocina ensangrentado, ensuciándome las ventanas, o haciéndome muecas vestido de madre castradora.. En fin, que como me roben el portátil me cago hasta en mi vida.
Me han prestado platos, vasos, cubiertos, un banco de parque robado, un colchón y un par de lámparas. Yo he comprado un póster de Winnie, The Poo y una plantita con flores blancas..
La temperatura es fantástica y todo eso. Lo malo es que me tengo que vestir en el cuarto de baño y yo ODIO secarme y vestirme en el cuarto de baño, porque la condensación y el vaho no me permiten un correcto secado corporal. No tengo nada que contarte. Nada que no sea un estado de ánimo y así que te voy a contar las pocas tonterías que hice hoy:
Me levanté a las 12, porque me iba a explotar la vejiga. Estuve dos horas intentando no mearme, pero al final tuve que levantarme. No me duché, porque no me dio la gana. Me fumé un par de pitillos en bata desde mi balcón y pensé durante unos segundos qué ropa limpia me quedaba...Esos segundos me bastaron. Tomé mi café soluble infantil y pensé en que no tenía ganas de hacer nada. Salí a coger el bus con las “novelas ejemplares” en la mano, esperando que le explicaran de una vez a Berganza, por qué había adquirido la facultad de habla. Llegué a la estación de tren y miré lo más barato para comer. Como ayer fue festivo, no tengo nada digerible en la nevera, a menos que nombre un par de congelados que, a la vista de no tener aceite, dan lo mismo. Comí en un restaurante Chino una cosa de 3 euros que me supo a Dios y me quemé la lengua porque siempre que como es resultado de horas y horas de ayuno, con lo cual, la ansiedad ante el plato me traiciona. Llamé a casa a cobro “pervertido” y felicité a mi madre en su día. Articulé palabras amables, mientras revolvía el café que acababa de pedir. Tuve sentimientos extraños por un momento. Miré las vías del tren, miré las tienduchas que estaban abiertas y preferí gastar 2.80 en postales de ositos. Después de escatimar céntimo a céntimo, no pude resistir la tentación de entrar en la floristería. Compré la planta menos fea y la más barata y me sentí increíblemente adulta. Como me envolvieron la planta en papel, me fui mojando las manos todo el camino hasta llegar a casa. Tomé un par de cafés, racioné el tabaco y me puse a estudiar alemán tres horas. No tengo habilidad para los idiomas, qué se le va a hacer. Cuando terminé hasta los huevos de tanto “Wer ist Das? Das ist Pepe”, me duché placenteramente. Me picaban las piernas de órdago, porque ayer de noche me las afeité como quien esquila a una oveja y me hice una irritación estupenda que no me dejó dormir. Hubiera sido mejor dejarme los pelos largos y, así, al tocarme las piernas, tener la ilusión de que estoy con un macho icónico al lado, pero lo hubiera llamado Cipión o Berganza por lo de las melenas y seguro que se habría enfadado el muy inculto. Y ahora te escribo todas estas tonterías a ti para eludir tediosos estado de ánimo y pasar el rato, que luego me toca seguir con Cervantes.
Y mira que me aburre la descripción de acciones insustanciales, pero quiero satisfacer al mesiánico señor X que se pone muy chulito, porque lo llamo el “Salvador”.
Pues ahora, estaba jugando a ser Josephine Baker y a autoseducirme, pero la mierda esa de crema para las piernas me ha puesto la batita de estrellas hecha una basura. Voy a dejar de escribir ,porque , como que estoy muy mundana, y así no me gusto.
Acepto todo tipo de sugerencias sobre lectura, desde manuales hasta novelas. pasando por tebeos de Tintín. Si te parece que debo hacer algo que no estoy haciendo del tipo que sea, dímelo, no vaya a ser que tengas razón. Lo que se te ocurra excepto volver a casa. Que se mueran Dorita y los chapines colorados.
domingo, 12 de octubre de 2008
LOS HOMBRES DE SOBACO ILUSTRADO (Texto de 2005, Alemania)
Tengo las manos estropeadas, porque aquí el agua es muy dura. No tengo ganas de cumplir. Pero hay que justificar el destierro.
El carnaval es sórdido y me recuerda a Larra antes de suicidarse... A veces me pregunto cómo sería la vida sin citas ni personajes. Es pura gimnasia. Ésta que hago yo para contentarte. Soy experta en malversar emociones... Escribir sin ganas es como empeñarse en seguir en la cama cuando ya no tienes sueño. Como dejar el cuerpo muerto cuando te abraza el gran fornicador. Es divertido hacerlos sentir inútiles, eunucos, tristes Farinellis (y?). Tengo frío y las bragas que llevo hoy me molestan. Se me clavan en el culo.
No hay mañana que no me caiga de sueño. Siempre quiero estar cinco minutos más en la cama. Me levanto con calma. Miro al techo. Maldigo. Me retuerzo y me estiro. El gran cuadro me da los Buenos Días y yo le contesto con una reverencia. Huelo a calorcito y parezco, de nuevo, una niña recién levantada.
Hay un espejo apoyado en la pared. Ahí interpreta mi cuerpo sus posturas de bailarina de Degàs. Me veo con una extraña perspectiva de enana que mira al gigante. Encantada, señorita. Luego me desnudo y atisbo las nuevas venas que me han florecido. Despuntan nuevos arcos de calamitoso desgaste. Tengo las manos afiladas y un hueco profundo a la altura del estómago, donde se unen las costillas. Recojo el sofá y poso como Olimpia, pero sin criada negra. Me repugna el desnudo con los pies tapados, por eso, sólo en ese momento, me permito estar descalza. La revieja sueña en su diván freudiano como las niñas de Carrol en angelical postura fotográfica. Parezco buena, parezco santa. Y de repente, soy la Sra. Eluard en la cámara de Man Ray y estoy colgada en la gran sala del tonto de Luis.
Me ducho. Intento ducharme. No, no consigo entender este grifo de Anette. El agua me sale fría y toda la piel parece papel charol brillante de gotitas. El agua cae, pero yo no me mojo. Ventajas de ser la niña-sapo. Es el momento de la segunda fantasía del día: mi marido va a entrar en el cuarto de baño y yo no soporto que entre sin llamar. Viene canturreando, con el pijama mal colocado. Mete la cabeza entre las cortinas de la ducha para darme un beso de buenos días. De un golpe, le saco la cabeza con la mano mojada. Él lo toma como una alegre gracieta de mujercita joven. Pero a mi me irrita. Él sigue inconsciente el curso de la maquinilla de afeitar, embobado, con el calor de las sábanas y la cercanía de otro cuerpo. Lo llamo por su nombre. Cierro el grifo. Silencio. Y yo le digo: no te quiero.
Salgo entre furtivas risas del cuarto de baño. ¡Qué alegre es la independencia de las separaciones! Ya falta un poco menos para fumar el primer pitillo del día. Si a las 5 vienen los del piso, tendré tiempo de ir a tomar un café. Aquí el tiempo es elástico y la soledad esponjosa. Trata de encoger en un puño la esponja de la ducha. No puedes. Pues la soledad interrumpida por terceros es así. Suena a seguro de accidentes, pero es verdad.
Subo al autobús con cara de “mecagoendios”. Una ceja más levantada que la otra por si a alguien se le ocurre acercarse. Los libros debajo del brazo, como los hombres. Ellas parece que llevan un bebé descamisado, por eso rodean los bártulos con signo de abrazo y ademán de repisa. Los hombres llevamos los libros clavados debajo del sobaco. Somos funcionales, no nos andamos con mariconadas ni posturas. Yo sólo impostura. Una mano en el bolsillo del pantalón, abrigo sobre los hombros y llega Lord Byron al seminario: “¡hooola, buenos días!”. Se acabó, ahora a representar el papel de alegre imbécil...
martes, 7 de octubre de 2008
"RECUERDA, CUERPO"
Es de noche. Ya casi van a dar las 23.05, pero fumo voluptuosamente recostada sobre mis mantas, mientras escucho a Edith Piaf y el dormitorio se impregna de olor a catedral. Estoy de jornada romántica con mi “ego”:tenue luz de velas, mi cama convertida en diván de odalisca, yo recién duchadita y perfumada, Cavafis en el suelo y la foto de dos chicas besándose con esa apreciada asexualidad angélica del lesbianismo andrógino. Todo muy homosexual, desde mi querido Constantine hasta mi yo reclamándome desde la cama. Qué extraño es escribir sin coartadas, aunque tú nunca sabrás cuál de ellas te escribe. Supongo que no tiene importancia. Ojalá me pudiese desdoblar y abrazar mi cinturita, oler mi nuca, besarme con cuidado como con aire infantil y sentir la cercanía de un cuerpecito como el mío, liviano, casi sin peso, dormidamente despreocupado, en el que el sexo no sea un salvajismo de carne ,sino una identidad de piel compartida. Esto me recuerda a Alejandro cuando tenía dos años; si le ponías la boca en forma de beso, el correspondía con una dulcísima saliva en los labios. Lo desangelizaron convirtiendo el beso en una convención de mejillas resecas.
También me gustaría acunar a mi niño. Ese niño que la naturaleza no me dará nunca, porque no puedo engendrar un infeliz más para un mundo nauseabundo. Sería condenarlo desde el principio al suicidio. Nadie lo libraría de la carga genética de una madre demente, pero yo necesito a mi pequeño aunque sólo sea un dibujo de aire sobre los brazos que acunan la dulce nada de los niños que nunca nacerán. Los niños, realmente, me hacen llorar. En el autobús, en los centros comerciales, en las cafeterías con esas madres repugnantes que les fuman en la cara. En el fondo, o están muertos o tienen esa crueldad de los siete años que heredamos de nuestra infancia más cruel, cuando apretamos a un sapo en el puño o echamos alcohol en un hormiguero y luego lo vemos arder con cara de terrible satisfacción.
No me apetece volver al diván “marlene-dietrich”, quiero quedarme con las piernas colgando en al silla y pensando en el pobre Job. Seguro que si hubiera nacido en tiempos de Cristo, yo hubiera sido la primera en ponerle la esponja de vinagre en la boca. Me abruma pedir perdón por mis pecados e, incluso, por aquellos que pude no cometer. Tengo miedo de irme al infierno. “Yo quería ser apacible y buena”-dice ella. Y yo también.
Lo del lunes fue frustrante. El tío era un hortera de 26 años que me dijo “salud” en alemán cuando estornudé en una cafetería y a partir de ahí, patatín, patatán, te llamo. Yo creo que se dio cuenta de que no me había gustado estar con él. Apestaba a sudor y la boca le sabía a cerveza vomitada. Bueno, aún nos reímos un rato por teléfono las adoradas y yo. Dicen que no tengo término medio, que paso de puta a beata en un abrir y cerrar de ojos, que, en el fondo, soy una promiscua. Que se callen, yo todavía no me he tirado a nadie, porque la cena estaba muy bien preparada...Las adoro.
Bueno, voy a adorar mi cuerpo un rato y luego, leeré e lcapítulo de la clochard de rayuela.
L. Fraga.
jueves, 2 de octubre de 2008
PURA MIERDA
sábado, 13 de septiembre de 2008
sábado, 16 de agosto de 2008
A CUCHI. MI INTERLOCUTOR
Hola Cuchi:
No me importa decirlo, pero te necesito como interlocutor para seguir escribiendo, eres mi motor en este momento. Escucho a los beatles y aspiro el humo de mi cigarrillo como si una serpiente venenosa se me enroscase al cuello, mientras miro por la ventana en este paraíso de idiotas, ciudad-dormitorio, donde las camas están deshechas después de hacer el amor y la guerra y huele a flujo frío y a caricias de plástico, a humedad de cuerpos doloridos por besos de mentira y a profilaxis con espermicida. Me pregunto quién soy yo en la cama. Soy una mujer inválida que besa con labios de acero. Soy una amante en voz pasiva. Una niña a quien una mujer prestó su cuerpo por un par de horas. En esta ciudad-dormitorio, donde nadie duerme, los amantes se miran con ojos de monóculo herido. La mirada desgajada por la navaja no es más que una forma del verbo "amar" "hecho polvo". Por eso yo te miro con los ojos en las manos. Y me pregunto por ese tú, que no es más que un pronombre sentado en una butaca del cine, cuando la película ya está a medias y no puedo descifrar los signos de tu frente. Es tarde ya. Cuando los ojos han caído de las cuencas, los cuerpos se vuelven figuras de arena, que se deshacen al intentar cogerlas. Alguien susurra un "Te deseo" en una esquina oscura de mi mente y de, pronto, me encuentro en el abismo de la infancia vestida de Femme Fatale. Deslizo mi navaja por el brazo y me complazco al contemplar la carne reflejada en el filo. Sólo desnuda soy más impúdica que la peor de las verdades-pienso. Y desfila mi navaja por los ríos azules que van de mi muñeca al pecho. Una mujer a la que nunca han besado más que viejos y borrachos es más hermosa con la piel mojada por la lluvia. Lucía nunca estará en el cielo con Diamantes, se beberá los diamantes y terminará vomitando brillantes en cualquier retrete. Yo soy una amante cruel. Un cuerpo hecho para perderse en licores sombríos y una mente perniciosa que envejece a cada hombre que me toca. "Ich liebe dich"- la sangre ya llega hasta los pies. Alguna vez amé a algún hombre, pero era tan pequeño que me cabía dentro del puño. Nadie sabe que me masturbo en las iglesias, dentro de los confesionarios para ser absuelta. He vuelto a fumar otro cigarrillo mortal. Cuando era pequeña, pensaba que la Virgen no tenía sexo. Ahora sé que hasta Dios se hace pajas. Qué dirían de mí en "La" Coruña, si supieran que escribos versos y blasfemias. Qué dirían de la pequeñina de los Fraga, si supieran cómo es en el fondo. Una pelleja!!! Hubo un tiempo en que planté flores, ahora planto pecados y arrogancia, porque soy "una mujer de pelo teñido" con un revólver en cada página. Cojo el autobús con destino a Puerta Real y apoyo la cabeza contra el cristal, mientras leo, en mi asiento, el Libro del desasosiego. Me pregunto por ese yo que me persigue sin descanso. Es tan hermosa como una muerte súbita. Yo tengo alondras en los cabellos que se alejan, cuando el semáforo está en ambar. Pessoa se ha sentado a mi lado.Huele a absenta. Sé que si la probase, me mataría como un mal sueño mata un amanecer. Mi yo es anguloso como la cara de un hombre enfermo. Pessoa lleva el sobaco ilustrado con la prensa del día. Ayer fui una buena hija, hoy, tal vez, beba más de la cuenta.El día que me lleven al altar que sea de beige y muerta, del brazo de mi padre y fumando "reales". Me consuela saber que, aunque nunca pueda ser madre, he tantos hijos como versos. Mis entrañas verán la luz del día y azules y brillantes se mezclarán con la tierra de los pastizales, cuando yo me mate. Cuando yo me mate, no habrá llantos ni flores, sino silencio y manos atadas. Cuando yo me mate, cantarán de nuevo los Beatles. Cuando yo me mate, nacerán todos mis hijos carne dura de la piedra. Cuando yo me mate, tan sólo llorará un niño al ver la luz. Cuando yo me mate, me meterán en el hueco que está al lado del cuartucho del enterrador. Cuando yo me mate, os liberaré de la carga de ser yo. Cuando yo realmente viva, beberé por todas las noches de soledad enquistada. Cuando yo realmente viva, cometeré pecados no imaginados a los ojos de los hombres. Cuando yo realmente viva, borraré mis huellas dactilares a fuego lento. Cuando yo realmente viva, habrá un temporal de canciones y ginebra. Cuando yo realmente viva, estaré más que muerta. Escucho la voz de mi madre enferma que me llama entre la multitud. Ha muerto de melancolía y ha venido a dar a esta estación de trenes que no llevan más que al infierno. Me acerco a ella y tomo su cara, pero se me rompe como una pompa de jabón que desaparece y sigue llamándome. Su cuerpo exangüe está entre los fardos y las cagadas de perro. No puedo tocarla, porque está intoxicada por el hastío y el agua radiactiva. Las monjas de mi colegio me enseñaron que tengo ovarios y vagina, pero yo a estas alturas aún me pregunto ¿de qué sirven? Siempre quise viajar a Casablanca, Rick y yo debíamos cerrar aquel asunto. Era un pacto entre caballeros. Nada de mujeres. Sólo él y yo. La chica no formaba parte del trato. Un revólver y cinco balas. Mary y yo tenemos un hijo que se llama Richard. Nadie me dijo qué estaba mal o qué estaba bien. Yo sólo era un chico de diecisiesete años con ganas de disparar. Todo el mundo dice que rías y tienes que pintarte una sonrisa estúpida de una felicidad que no conoces. Luego están los vitalistas, "qué hermosa es la vida", y piensas en cómo no los ahogaron sus madres en la cuna. También hay vendedores de redención que te aseguran un futuro en el paraíso, pero siempre pierden tu póliza. Ser feliz es un imperativo social. No se deprima, no sea descortes! Nadie quiere a un depresivo. La felicidad se busca como una sortija perdida. Rezando el Responso de San Antonio. Eres joven y bonita, qué más quieres. Hay que salir y divertirse. Pero tú quieres entrar y cerrarles la puerta en las narices. Dime algo, algo que no tenga que ver con nosotros.Dime que nacimos de madres distintas y que nuestra sangre es diferente. No me vengas con el rollo de que somos poetas. Yo sólamente escribo. Palabrear, palabrear, palabrear. Dame jabón y seré feliz por una noche. Dime algo bonito, tú que sí sabes hablar de lo hermoso del mundo. Yo sólo veo larvas por las paredes y niños sin cabeza o viajes de Rexer Flash. Te espero en la sala de visitas.
Un beso,
L.Fraga.