LA ÚLTIMA VIRGEN
Sobre
una inmensa pira funeraria
descansa
tu lívido cuerpo.
¿Quién
se atreverá a prender
la
primera llama?
Qué
extraño tálamo escogiste;
qué
extraña es tu vocación de mártir.
Desconozco
la naturaleza de tu ser
y
no sé si debo llorarte o temerte.
Las
ramas verdes arden mal;
imagínate,
entonces, cómo lo harás tú.
Las
llamas de mil lenguas lamen
tus
ingles llenas de solemnidad.
¡Silencio!
Has volcado el tablero
y
con él la dirección de tu destino.
La
Carne -tu Carne, vuestra Carne-
ya
mezcla tu veneno con su semen.
No
hay más fuego que el que arde en tus entrañas.
Descarga sobre él todas las miserias.
Qué
abierta es tu sonrisa.
Qué
sonoras tus carcajadas.
¿Dónde
has encontrado más placer?
Eres,
Tú, el pecado y la penitencia.
A
los castigados a la castidad.
Lucía
de Fraga.
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