viernes, 6 de agosto de 2010

NANY, LA FEA

Ahora tendra unos once años; sin embargo, es el momento de su vida en que es más feliz. Nació al borde de una carretera y la abandonaron a su suerte. Quienes la recogieron, la alimentaron con escobazos y la ataron a una cerca a perpetuidad. Se volvió deforme y no sabía jugar. Su día a día era un salvarse continuo de palizas y gritos. Sólo cuando todo el mundo dormía, la pobre feúcha soñaba con un hogar. Con unas manos cálidas que la acogieran y la dejaran correr más allá de la cerca, lejos de aquella casa infernal.
Nany tiene los ojos tristes y tiernos. La primera vez que la vi aquella timidez amedrentada y aquellos ojos de agua dulce me pidieron una caricia que, recelosamente, aceptó.
Nany tiene los ojos tiernos y tristes de quien ha sufrido mucho desde la cuna que nunca tuvo.
Nany tiene la belleza del agradecido, del superviviente, del ilusionado, de la salchicha loca que te recibe a saltos y te lame los pies. Puede que no sea la perra más bonita, pero posee la belleza inusitada de los elegidos. Duerme, Nany, duerme en tu cuna, ahora que al fin tienes una y sueña con que Rosa llega a casa y las dos os dormís escuchando a Cecilia Bartolli, tú sobre su regazo, ella con las manos acariciando tu lomo.

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